Capítulo 23: Inocente.

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Capítulo 23:

Los momentos son efímeros, los recuerdos no, se quedan para siempre, no importan si son felices o recuerdos dolorosos.

Los recuerdos de Mason se quedarán por y para siempre, recuerdos de una infancia terrible, de una juventud de violencia y una madurez de dolor.

Pese a todas las circunstancias que vivió el chico de peculiares ojos negros, no tenía motivo para asesinar a toda esa gente aquel día.

Eso fue lo que creí hasta ahora, donde vi como una casa se consumía, y no era lo material lo que lloraba Mason, era por las dos personas que más amaba, mismas que fueron víctimas del infernal fuego.

—Serena...

Ese mismo instante donde las plegarias del chico eran escuchadas, el recuerdo desapareció, pero otro lo remplazó, el ataúd enfrente lucía luminoso, un ramo de flores blancas yacía en el centro de éste que era preparado para ser sepultado.

Mason lloraba en silencio, total y completamente abatido, con una rosa blanca entre sus manos, dio el último adiós cuando arrojó con delicadeza la rosa blanca, no sin antes besarla con suavidad.

—Te amo.

Su susurro bastó para hacer desaparecer el recuerdo.

La penumbra me envolvió unos segundos para trasladarme a un recuerdo más.

—Tienes que hacerlo— el chico encapuchado señalaba con furia a Mason.

—No.

Dio media vuelta tratando de alejarse.

—La bebé morirá.

Desde la distancia en donde me encontraba Mason se tensó y se irguió aún más.

—Aquella niña a la que cuidas a escondidas.

¿Bebé?

—No sé a lo que te refieres.

Una risa con mofa salió de los labios del encapuchado.

—Ataca a la manada Fuego y con ello a los Alfa Tierra y venga a tu Compañera e hija— dijo el chico mientras se acercaba al chico de ojos negros hasta posar una mano en su hombro y susurrar — de lo contrario, esa niñita que proteges morirá y con ella a todos tus subordinados que tienes como amigos aquí.

—Tú y yo sabemos que ese día no fue la manada Tierra la que nos atacó, fueron otros solitarios que trataron de impregnarse el olor a la manada tierra, pero no lo son.

—Hazlo.

Mason dio directo a él quitando la mano de su hombro con asco, sus ojos mostrando frialdad y furia.

—No.

—Bien.

Dio media vuelta tratando alejándose de Mason, pero unos metros más adelante se detuvo.

—Serás el único culpable de sus muertes.

El recuerdo se desvaneció en el aire, pero pronto otro alcanzó mis ojos.

Mason aparecía agitado arropando a un bebé, mientras una chica de cabello castaño guardaba distancia, igual de agitada que Mason... esa chica, era la misma de la plaza.

—Rápido, tienen que irse— dijo dejando al bebé en brazos de la chica.

—Mason ¿Qué sucede? — la castaña parecía preocupada.

—No puedo decirlo, pero por ahora vete, huye a la manada Agua o Fuego, cualquiera, en ellas recibirás la ayuda que necesites, solo omite mi nombre.

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora