Capítulo 22:Culpable.

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Capítulo 22:

El tiempo para Mason se acababa, la plaza de la manada Tierra estaba más próxima, los chicos silenciosos iban por todo el camino, ni siquiera Ashaia decía palabra alguna.

Tan pronto como quisiera los vehículos se detuvieron, cuando bajamos solo quedó el ligero polvo danzando, alertando a todos de la presencia de Alfas.

La plaza ya estaba abarrotada de gente, gente calmada y silenciosa, que se pusieron de pie al vernos, había esperado algo más de alboroto, más energía, pero no había nada.

—Vamos— dictó el chico de ojos color cielo tomando mi mano, pero yo me negué a estar enfrente. —¿Sucede algo?

—No iré a la tarima, yo me quedo aquí.

—Pero no creo que sea seguro, vamos.

—No.... yo me quedo aquí.

Me vio unos segundos, pensante, pero pronto cedió, no sin antes dejarme encargada con un soldado.

Jev dejó ir mi mano y continuó el camino detrás de los Alfas.

Era una cobarde, no podía si quiera ver como molían a golpes a Mason, era algo irónico porque sé que yo jamás lo dañé físicamente, pero lo había hecho mentalmente, me adherí a su mente e hice que sintiera la peor tortura, de la cual me arrepiento, aun así, no tengo el valor de verlo.

Pero no lo mataría.

Caminé hasta posicionarme alado de una chica de alrededor unos veinticinco años.

El alboroto pronto despertó, la furia, enojo, rencor y tristeza empezó tan solo ver a el chico de ojos negros que salía de la camioneta negra, los golpes de antes ya no eran más que simples cortes insignificantes, pero la evidencia esos golpes yacía en su camisa rota, mallugada, sucia y llena de sangre.

El llanto de la chica a mi lado captó mi atención, lloraba amargamente mientras se sostenía el pecho.

—¿Se encuentra bien?

Pregunté acercándome un poco más al escuchar y ver su llanto incrementar.

—¿Gusta un poco de agua, donde sentarse? —dije tomándola del hombro, su mirada no se encontraba en mí, y dudaba si me prestaba atención, puesto que la tristeza de sus ojos era dirigida a Mason.

Estaba por pedir ayuda cuando en un movimiento rápido sus manos tomaron las mías.

—Gracias.

Fue lo único que logró musitar entre el llanto.

—No comprendo.

—Tú fuiste la chica que sostuvo la mano a mi hermano antes de morir, eres la persona que no dejo que su alma se fuera sola... gracias Luna.

El chico de cabello café, ella era... su hermana, en esos instantes mi corazón dio un vuelco al recordar esa fatídica escena, ver la sangre correr no es algo que quieras recordar, menos los gritos de terror y miedo.

—Pero ese chico no es el culpable— dijo la chica castaña.

Ambas giramos a ver al chico ya esposado a un muro de cemento al centro de la plaza.

—¿No es el culpable? — le di una ligera sonrisa, esperando que lo que dijo fuese puro juego, pero al ver la seriedad en su mirada mi sonrisa flaqueó. —¿No es el culpable? ¿Qué le sucede? — me alejé un poco, quitando sus manos —Mató a su hermano, él fue el que dio la orden, y aun así ¿usted cree que no es el culpable?

—No lo es.

—Discúlpeme, pero para mí, él— dije señalando al Mason —él es el único culpable, el culpable de esa maldita noche— con esto último di media vuelta esperando alejarme de esa chica, pero en ese instante sus manos me hicieron detenerme y voltearme.

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora