Capítulo 81: Posicionamiento de mando

512 32 15
                                    

Parte 1:

Capítulo 81:

—Hay magia emanando del sujeto— miré a Trent, tratando de suprimir todo lo que podía el miedo que sentía en ese momento— y tiene a Isabel.

En esos instantes, en donde esas palabras abandonaron mis labios y el silencio se produjo en todos los presentes, sentí miedo.

Miedo al saber que, si Gadrel le arrebataba a la pequeña Storms, el ancla de Mason se desmoronaría y se desataría el infierno. Porque estaba segura que una pérdida como esa desmoronaría el alma de mi Segundo Guardián.

Que injusta pude haber sido, porque mis acciones fueron justificadas, pero no comprendidas.

Mi piel, mi corazón y todos mis sentidos trataban de reconocer quién era aquel sujeto, si era el soldado Renaciente, Gadrel, la Primera Anciana o Serena.

Poco a poco y en silencio, los soldados que me acompañaron comenzaron a camuflar su olor y presencia, así como yo, solo que ellos estaban transformados y dispersos entre todo el camino hasta el puente y yo seguía caminando en mi forma humana pero visible.

Imponente, es como me describía en esos momentos, mis pasos seguros, mi barbilla levemente elevada, el carmín de mi iris resplandeciendo entre lo nublado del día, mi cabello negro humedecido por la interminable lluvia que caía.

Mi cuerpo envuelto entre el uniforme blanco ceñido y la armadura que me protegía para el combate cuerpo a cuerpo. Mi mano izquierda sostenía con fuerza la lanza del elemento Tierra que parecía vibrar ante la presencia de un sujeto desconocido, mis brazos reluciendo los tatuajes de los Elementos. Pero lo que más imponía en mi caminata hacia el puente, era la majestuosa corona que portaba mi cabeza, recordándoles a todos quien soy.

Illazki.

Justo a mi derecha estaba la imponente figura de mi primer Guardián transformado en el lobo café oscuro que era, mirando fijamente hacia enfrente sin perder detalle a su alrededor. Cuando estuvimos en el inicio del puente pudimos detallar la figura de Serena en cuclillas sosteniendo la mano derecha de la pequeña Isabel con una ligera sonrisa y rostro apacible, muy diferente a la chica que había conocido apenas hace unas semanas con rostro endurecido y sin emociones.

Pero ahora estaba ahí con la guardia baja, tan sencillo sería si apuntara hacia ella con la lanza que portaba, hubiese acabado con ella sin problemas. Sin embargo, mis acciones fueron detenidas al ver que los ojos negros de Isabel se dirigieron hacia a mí y la postura de Serena cambió.

Su rostro se endureció, colocándose ligeramente enfrente de Isabel y sonreí.

La lanza danzó en mis dedos como si estuviese sopesando la situación, tratando de que el miedo que me embargaba por la seguridad de Isabel no se notara.

—Es un placer tenerla devuelta en mis manadas, Serena— dije con seriedad, sin embargo, me sorprendió ver que había miedo en ella, su cuerpo tenso y sus ojos asustados decían mucho para mí, pero el saber que estaba acorralada podría obligarla a hacer acciones equivocadas.

—Isabel— llamé —tu padre me ha llamado para recogerte, no quieres hacerlo esperar. —La pequeña asomó su cabeza detrás de los brazos de Serena intercalando miras entre la chica y yo.

—Sí, tía Aidan— caminó un poco hacia enfrente —hasta luego Ena— despidió a la mujer con una sonrisa y su pequeña mano se extendió y Serena la tomó sacudiéndola un poco.

Y cuando comenzó a avanzar hacia mí, Serena la tomó del hombro con algo de brusquedad, ante esta acción los soldados que estaban expectantes a mi espalda avanzaron hacia mi lado. Mi semblante se volvió rígido y la rudeza con la que la mujer de cabello negro había tomado a Isabel disminuyó y la niña comenzó a ver que había algo mal.

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora