Capítulo 14: Venganza.

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Capítulo 14:

— Vamos levántenlos y llévenlos a la entrada.

Éramos alrededor de cinco a diez personas que no habíamos logrado salir, entre ellas había unos pocos soldados, ayudantes de la manada y niños.

Me tomaron por los brazos y comenzaron a caminar conmigo, aunque rápidamente fueron detenidos por las acciones del chico, sus manos sostuvieron mi pierna y la envolvieron unas vendas que no había visto antes. Todo lo hizo de manera rápida y concisa.

— ¿Por qué?

—Ni yo lo sé— contestó después de unos segundos. —llévensela.

Los solitarios me llevaron a las puertas de la entrada e hicieron lo mismo con las demás personas de la manada.

— Con cuidado chicos, que llevan a su Luna — decía Mason viendo a la Luna Erín. Ella intentaba salir de la presión que provocaban los solitarios en sus brazos.

—E-Erín— susurré entrecortadamente, sus ojos llegaron a verme, vi desolación en ellos.

—Esta es una advertencia— dijo de manera indiferente el chico bien vestido a lado de Mason —podemos sentir cuando uno de ustedes intenten transformarse lo que provocará una muerte segura, así que no nos hagan perder el tiempo y energía.

—Esto es una tontería, somos cuatro manadas preparadas para el combate, solo espero verlos arrepentidos por su estupidez.

—Yo también lo espero.

Mason nos dio la espalda así que me fue posible susurrarle.

—Erín, deberías de tranquilizarte.

—Tienen a mi hijo, Aidan, nada podrá tranquilizarme hasta no verlo.

—Por esa razón deberías de tranquilizarte, Luna, tenemos al pequeño en nuestras manos y una orden, no esperes que la cumpla ahora mismo.

Ninguna de las dos dijo más ante las palabras escalofriantes del líder.

Lobos transformados estaban en lugares estratégicos, unos solitarios en su forma humana acompañándolos. Nos obligaron a ir en fila, lo recuerdo bien, recuerdo lo agitado que estaba mi corazón, el miedo que me recorría y el dolor de mi herida.

Venían siguiéndonos muy de cerca un grupo de lobos, como si fuese posible escapar de aquí.

La entrada seguía ahí, solo que ahora estaba acompañada de varios lobos de las cuatro manadas, que tan solo con vernos se tensaron y gruñeron, pero no atacaron.

Porque no podían.

— ¡Pero qué maravilla! — Exclamó Mason — hasta que se dignan a aparecer nuestros queridísimos Alfas, sean bienvenidos todos— sonrió de lado — todos— les sonrió a los Alfas, que se encontraban esperando a atacar.

— Bueno, creo que es hora para que nos digan, ¿Qué es lo que ofrecen por ellos? —continuó Mason, hui de la mirada que me dio el chico de ojos negros, mientras la imagen de la chica que yacía tirada en la primera planta invadió de pronto mis pensamientos.

—Di lo que quieres, nosotros te lo daremos.

—Pensamientos invaden tu mente, ¿no? — sostuve su mirada mientras veía cómo se acercaba.

— Cállate— musité apartando la vista, pero él me sostuvo de la barbilla con fuerza, unos gruñidos se alzaron en el silencio fúnebre que cubría el lugar llamando la atención del chico.

Frunció el entrecejo en dirección a donde los lobos de la manada se encontraban, volvió a sostenerme con fuerza sin verme a mi si no que seguía con la mirada fija en los cuatro futuros Alfas enojados por la poca delicadeza con la que me trataba Mason.

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora