Capítulo 38:
Mason llevó al niño dormido en brazos hasta su cuarto, su rostro por fin parecía sereno. Después de escuchar sobre Elif no paró de llorar hasta que se durmió, yo estuve ahí para confortarlo, sin embargo, las palabras no parecían surtir efecto.
Era ya de noche, Mason puso un vaso con agua enfrente.
—Es tarde— murmuró para luego sentarse en la mesa —alguien está afuera para acompañarte de regreso.
— ¿Quién...?
—Solo ve, ha estado esperándote toda la tarde, y si Aidan, te estaban siguiendo.
Presté más atención a los alrededores y la presencia era pesada, asentí.
—Ilikai.
—Estará bien, solo que necesito regresar al trabajo, después de todo soy soldado de la manada Fuego, no puedo cuidarlo o dejarlo encargado con cualquiera como Isabel.
La bebé yacía en una cuna dormida, era preciosa.
—Le diré al Alfa Fuego, veré si me ayuda— recogí mi mochila y bebí el agua —me voy Mason, para mañana te traeré informes de una nana o si lo llevaré conmigo, te informaré mañana, descansa.
Asintió y salimos, tal como lo había dicho alguien me esperaba a fuera, no tenía consigo los sofisticados trajes, venía de manera casual para pasar desapercibido.
—Alfa— Mason se inclinó ante él y mi padre asintió.
—La casa será vigilada constantemente para protección del niño y de la bebé, para que no sospeches de los informantes que traeré— mi padre lucía una seriedad inmutable.
—Nos vemos mañana.
Mi padre y yo caminamos por la acera, podía sentir su mirada entre la oscuridad de los pasillos.
—Perdóname por lo de ayer, no pude—
—Confiar en mí— terminé por él, no me corrigió.
—Para mí eres una niña aun, te falta mucho por recorrer y es un peligro constante el tener esas habilidades, me equivoqué y te dejé sola, creí que no dominabas bien las habilidades y me di cuenta de que la fuerza no lo es todo y que los elementos fluyen a partir de los sentimientos y no de la fuerza física.
—Eso es lo que deberías de saber como Alfa.
— Discúlpame.
—Me dolió que me dieras la espalda en un momento como ese, había visto morir a Elif y a la aldea hacerse pedazos, me sentí atrapada entre las personas que no pude salvar, tengo 16 años y lo único que he traído es desgracia, el último anciano supo quién era y murió por darme lealtad, vi a su hermana caerse en mil pedazos ante su muerte, los solitarios siguen ganando y nosotros perdiendo, quieren los elementos, Gadrel necesita y anhela los elementos, pero no voy a permitir quitármelos y tampoco permitiré una muerte más, ni para la manada Fuego ni ninguna otra— tomé un respiro —sea con tu ayuda o sin ella.
Lo vi asentir y aparté mi mirar.
—No sabía que podías dejar tu lado tierno y sentimental a algo frío y distante— dijo mirando fijamente hacia adelante y cómo unas horas atrás todo estaba solitario y teníamos la libertad de hablar.
—Han atacado a la manada Fuego en varias ocasiones—ignoré su comentario y seguí hablando— la maldición comenzó aquí y temo que se expanda, aún recuerdo al chico que mató a su Compañera y me da escalofríos el pensar que pueda volver a ocurrir.
—Los soldados incrementaron, los Alfas me dieron varias tropas para proteger los límites, si alguien ingresa y arma alboroto no podrá salir, ese es el nuevo plan.
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Mi Luna Azul
WerewolfEl Renacer de Illazki. "El pelaje negro resurgirá entre las cenizas ciñéndose en el delicado cuerpo de una mujer, sus ojos rojos por la furia, grises por el dolor, azules por la felicidad y cafés por la tranquilidad. Los cuatro elementos a su m...