Capítulo 44: Egoísmo.

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Capitulo 44: Parte dos.

— ¡Peligro en las cuatro grandes manadas! — me paralizó, el joven con los periódicos sigue gritando una y otra vez —las cuatro manadas entran en fase uno de la maldición, ¡la maldición ya inició! ¡La maldición ya inició!

Dos señoras se aglomeran junto al muchacho y piden un periódico, Ilikai me mira extrañado y yo no dejo de mirar al joven.

— ¿Mami?

—No puedo creerlo, por eso los líderes han venido hasta aquí, han de querer la ayuda de nuestra manada— una de las señoras murmura malhumorada.

—No debemos ni siquiera recibirlos— ambas mujeres dan la vuelta y siguen murmurando.

—Disculpen, disculpen— mi corazón está acelerado y los nervios están consumiéndome.

Las señoras me miran un poco mal, pero lo dejo pasar.

— ¿Los líderes de las cuatro manadas vinieron aquí?

— ¿No lo sabías? — Niego —si niña, aquí están los cuatro Alfas de las cuatro grandes manadas.

—G-gracias.

Doy media vuelta aferrándome de la mano de Ilikai.

—Mami, la primaria no está hacia allá— Nos detenemos y me inclino hacia mi pequeño.

—Creo que hoy no podrás ir a la escuela ¿sí?

—Pero mami, ayer hicimos la tarea y estaba muy difícil, quiero que la maestra me felicite.

—Lo harás mañana.

—Pero mami— se quita la mochila de sus hombros y saca un carrito azul —también quería enseñarles a mis amigos mis juguetes.

Suspiro, le quito la mochila y la cuelgo en mis hombros.

—Mañana podrás enseñárselos, anda vamos.

—Mami— mis pasos vuelven a detenerse al ver dos camionetas negras, el símbolo de la manada Agua impregnado en sus costados.

Vienen hacia nosotros, me giro de nuevo.

—Regresaremos por aquí— Ilikai puede sentir mi nerviosismo y deja de insistir aferrándose al carro de juguete en su mano.

En mi mente estaba rezando porque no me vieran, rezando porque pasaran sin detenerse, sentía mis piernas temblar, sin embargo me mantenía firme.

Y para mi mala suerte una de las dos camionetas paró justo enfrente de nosotros.

Me descubrieron.

Mis pasos volvieron a parar, las puertas de las camionetas se abrieron y de ellas salió una de las personas a las que no quería volver a ver jamás.

Jev.

Él pasó por enfrente mío sin detenerse a mirar a su alrededor, iba hacia la tienda, y de su lado derecho estaba un soldado quien parecía cubrirme un poco de la vista del futura Alfa.

Mi mirada cruzó por segundos con sus ojos negros, vi a sus labios murmurar.

«Vete»

Estaba petrificada, la persona que me había roto el corazón estaba enfrente de mí, mi cuerpo se movió unos centímetros, estaba dispuesta a gritarle, a insultarle y pedir todas las respuestas que me fue negado, pero... ¿cuál sería el objetivo? El no valía nada, estos dos años sirvieron para darme cuenta de eso, no valía ni mis palabras, ni mi energía, y por supuesto Ilikai estaba a mi lado y no permitiría que me viera en un estado frenético. Lo único que hice fue sostener su mano con fuerza, haciéndome olvidar de la ira que me envolvía.

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora