Capítulo 32: Fase 1: "No te reconozco"

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    Capítulo 32:

Todos tenemos distintas maneras de pensar, de actuar, y de igual forma, la manera de manejar el dolor.

El desayuno con Aurora siempre era el más animado, con cada historia contada por ella te hacía reír sin parar, mucho más ahora con la compañía de Trent, el soldado de la galleta.

Los nudillos estrellándose con suavidad en la puerta nos hicieron callar a todos en la cocina.

—Buenos días— musitó Jev al tiempo que entraba, le sonreí mientras los demás le contestaban alegres, llegó hasta mí y tomó una manzana roja del frutero, solo acarició mis manos —Buenos días.

—Buenos días— me puse de pie mientras él le daba un mordisco a la fruta roja, besé su mejilla — iré a terminar de alistarme, que tengan buen día— les dije a lo que restaban en la cocina, me sonrieron y me fui.

Ambos caminamos tomados de la mano por la acera de camino a la escuela, desde ahora él pasaría por mí todos los días y ese detalle me encantaba.

No había una preocupación hasta el momento, los ataques disminuyeron hasta al punto de decir que no haber ningún ataque a las manadas, haciendo de un ambiente bueno y relajado.

Era lo que creí, lo que creímos todos.

Él cargaba mi mochila mientras que yo iba casi brincando por toda la acera.

— ¡Jev! — le llamé y enseguida el sonó el click de la cámara, reí por lo lindo que había salido.

— ¡Oye! — refunfuñó como niño pequeño haciendo pucheros, tomé una segunda foto.

—Pero que tierno sales— veía la foto mientras que de un momento a otro me lo arrebató.

El flash caló mis ojos mientras él hacia fotos sin parar, tapé mi cara mientras reía.

—Basta Jev— ambos reímos mientras la cámara seguía capturando fotos, momentos.

—Listo, estamos a mano— me dejó la cámara mientras me jalaba para seguir caminado —vamos Aidan, se hará tarde.

—Yo no fui la que se detuvo a tomar fotos.

—"Salías muy tierna" — me crucé de brazos —ya, ya lo siento— se acercó y besó mi frente —pero la verdad salías preciosa.

Mordí mi labio inferior mientras trataba de reprimir una sonrisa, pero era casi imposible de hacerlo, menos con aquella mirada de amor dada por sus ojos celestes.

—Vamos— esta vez yo me aferré su mano.

La manera de manejar el dolor, es sostener la mano de quien más quieres y darle un apretón, para saber que está ahí y que no se va a ir, va a seguir contigo...

Al llegar a la escuela, unos inclinaron sus cabezas, él y yo sonreíamos y dábamos los buenos días, Liszt y Kelian permanecían cerca de la entrada, nos dirigimos hacia ellos, que no estaban solos, estaban con algunos hijos de los solitarios con los que anteriormente hubo una ligera confrontación entre los futuros Alfas.

Al llegar totalmente con los hermanos Jones unos se fueron, otros asintieron y se quedaron, mi novio dejó mi mano libre y se despidió.

—Te veo al rato— asintió hacia los hermanos rubios —Liszt, Kelian.

Y se marchó.

—Vaya, que seriedad— reí ante el comentario de Liszt. — ¿cómo estás? Creí que no vendrías hoy tampoco.

—Tres días después del accidente estaba bien, solo que los Alfas insistieron que descansara por el resto de la semana.

—Los solitarios te atacaron ¿cierto?

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora