capítulo 10: ¡Han arruinado todo!

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Capítulo 10

— Aidan— me sonríe. Su vista cae en los chicos detrás de mí — compañeros— su sonrisa crece. — Alfas— con un asentimiento se va.

Nadie dice nada, lo sigo con la mirada aún sorprendida, veo como desaparece en las puertas de la entrada.

— Genial, otro rubio— dice Scott.

— Dirás, otro pretendiente de Aidan— responde Ashaia como si yo no estuviera ahí — ¿tendremos que cuidarla de él también? — esta vez ve a Jev.

— Son increíbles, en serio— sigo caminado, sin embargo, me detengo al oír la furiosa voz del alfa Erick.

— ¡Porque está aquí! —grita hacia sus compañeros de trabajo.

— Yo lo permití — habla con seguridad el Alfa Dariel, manada Tierra.

— ¡Intentaron matar a tu hijo! — grita con desesperación mezclada con incredulidad.

— ¡No fue su intención y la sabes Erick! — responde de la misma manera él.

— No voy a permitir que se acerque a esta institución— finalizó el Alfa de la manda Fuego, dando la espalda y emprendiendo su camino hacia la escuela. No obstante, el Alfa Tierra no estaba dispuesto a terminar ahí.

— No se necesita de tu permiso para tener acceso a este lugar— contraatacó el Alfa. Enojado se dio la vuelta el Alfa Fuego acercándose peligrosamente frente al Alfa Tierra.

— ¿Por qué siempre tienes que tenerles demasiado cariño a los hijos de los solitarios?

— Porque se necesita a más gente dando segundas oportunidades— respondo yo, por el Alfa Tierra. — Todos merecen segundas oportunidades— me cruzo de brazos y me giro dándoles la espalda caminando hacia las camionetas. Atrás mío no escuché ninguna palabra más.

Los Alfas Tierra siempre hicieron lo que sus corazones creían que era correcto, cuidando de todos los hijos de los solitarios y entendiendo a los que no se redimieron, dándoles su apoyo, lo que nadie predeciría fue el golpe por la espalda que recibieron. Veo la camioneta con el símbolo de las manadas, y Trent a un lado de ella.

— ¿Trent? — dije confundida de su presencia en el instituto.

— Señorita— sonríe — Veo que no le fue muy bien en su primer día.

— Ni lo recuerdes, ¿Qué hace aquí? Creí que tendría otro trabajo.

— Si, pero el Alfa cree que confía en mí, le explique qué...

—Lo hago.

El chico de cabello castaño agachó la mirada, al parecer se sentía avergonzado.

—Sé que eres buena persona, espero que seamos buenos amigos.

—Por supuesto— extendió su mano y la estreché con gusto.

— ¡Aidan! — escuché a lejanía, me giré y vi a la chica rubia corriendo a nosotros, los cuatro futuros Alfas le dieron una mirada rápida, pero Scott sostuvo su mirada en Liszt, al sentir mi mirada siguió con lo suyo— toda la escuela sabe lo que ocurrió, ¿estás bien?

— ¿Por qué no lo estaría? Una semana de descanso es lo que merezco después de mi arduo trabajo en este día— dije con sarcasmo.

—Estarás bien, los Alfas están de tu lado— susurra sonriendo.

—Si, a veces desearía que no fuera así— murmuré bajo— ¿por qué estás aquí?

—Te lo dije, los maestros no harán nada en contra, me han pedido entregarte esto— recibí los libros — privilegios— dejé salir un largo suspiro de alivio.

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora