Capitulo 9: Castigo.

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Capítulo 9:

Extendí mis brazos y cerré los ojos con fuerza esperando algún golpe.

Pero no sentí más que la brisa suave y mi corazón agitado.

Abrí poco a poco mis ojos sabiendo que a lado mío se encontraban dos lobos, podía verlos, pero estos se quedaron pasivos, sin moverse si quiera un poco, volteé a mi lado derecho encontrándome con el lobo rojizo, sus ojos estaban fijos en mí, pero ya no había rastro del lobo salvaje de antes.

Un golpe en la palma de mi mano, me hizo voltear a mi izquierda, sin dejar de tener los brazos extendidos, el lobo blanco aclamaba por atención, este último fue el que más me llamó la atención, su pelaje implacable y sus dos ojos celestes revolvieron mi estómago, toqué su hocico, un simple roce y él cerro sus ojos, pero el otro lobo también golpeo con suavidad mi mano haciendo que el lobo blanco abriera los ojos y gruñera al otro lobo.

Pronto los murmullos comenzaron a aumentar, haciendo que los licántropos comenzaran a agitarse más.

— Tranquilos— susurré, sabía con seguridad que me habían escuchado puesto que poco a poco se tranquilizaron.

Sin embargo, sin previo aviso, alguien me empujó, haciendo que el aire huyera de mis pulmones, eso mismo hicieron con los dos lobos.

— ¡¿Estás loca!? — Iker estaba encima de mí, sin embargo, yo no estoy en las condiciones de contestar, el golpe me había dejado aturdida.

— ¡Rápido todos a sus aulas! — gritaban.

Iker se levantó y me ayudo a levantarme. No se veía feliz.

Las personas del comedor iban corriendo temiendo algún castigo, pues los que gritaban eran maestros que apenas se daban cuenta de lo ocurrido.

A unos metros de nosotros veía Jev y al otro chico desconocido, siendo cubiertos por una manta, mientras dos maestros estaban regañándolos, Jev solo giraba sus ojos, mientras que el otro chico bajaba la mirada constantemente, sus heridas ya no parecían tan aterradoras que antes, con lentitud se cicatrizaban.

Scott me tomó del brazo bruscamente.

— ¿Cuándo dejaras de ser tan impulsiva? ¿Sabes lo que te pudo ocurrir? — preguntó — ¡te hubieran matado! — me gritó.

— Ustedes no hacían nada, tuve que intervenir.

— Poniendo tu vida de por medio— Responde Ashaia, tenía un ligero corte en la ceja que pronto comenzaba a cicatrizar.

— ¡No me paso nada!

— Pues casi, ¡casi te matan! — responde enojado Iker.

— ¿Matarme? ¡Ni siquiera lo intentaron! Se detuvieron.

— Vámonos— Iker tomó mi muñeca y comenzó a jalarme con los dos chicos atrás.

— ¿Y Jev? — pregunté.

— Lo regañarán un poco y lo dejarán tranquilo.

— Tenemos ciertos privilegios— responde Ashaia.

Volteé hacia donde estaba Jev y el chico, los dos nos veían, asimismo los maestros.

— Oigan, ¿por qué nos ven los maestros?— digo preocupada.

Los chicos detuvieron la caminata y voltearon hacia donde se encontraban los profesores.

Uno de ellos nos señaló.

— Creo que ustedes están en problemas —les susurro.

— No, ¿qué te hace pensar eso?— responde Ashaia como si nada, sin ninguna preocupación.

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora