Capítulo 1: La verdadera historia

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 Capítulo 1:

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 Capítulo 1:

"Eres una asesina, chiquilla tonta"

"Debes aprender a ser una mujer"

"Debiste morir ese día"

"Eres un monstruo"

"¡Aprende a controlar esos horribles ojos!"

Con esas voces me despierto todos los días, esperando que se vayan. Al abrir mis ojos veo aun la oscuridad inundando mi cuarto, algunos débiles rayos de sol se cuelan por las cortinas azules, me levanté con un ligero temblor de mis manos, los recuerdos me dejaron paralizada y con temor, ahogaba sollozos e intentaba olvidar repitiendo constantemente que todo había sido un sueño.

Esto ocurría siempre que me ponía tensa o nerviosa, no había excepciones.

Entré deprisa al cuarto de baño, abriendo la llave dejando salir el agua fría, vi en el largo espejo mis ojos llenos de lágrimas nerviosas, mi pulso era acelerado pues tenía miedo.

—Olvida... —me dije a mi misma, cerré los ojos esperando tranquilizarme, sin embargo, el sonido de dos golpes me hace abrir los ojos con temor.

— Aidan, ya despierta, no querrás llegar tarde en tu primer día— reconozco la tosca voz, era mi hermano que me llamó del otro lado de la puerta.

—Si— dije un mísero susurro.

— Aidan ¿estás bien? — debió de haber sentido alguna emoción en mí, siendo un licántropo transformado y futuro Alfa para que su tono cambie de alegre a preocupado. —¿Aún sigues dormida? — vuelve a repetir el chico al no recibir respuesta.

"Niña tonta, solo quieres llamar la atención ¿verdad?"

Su voz, la asquerosa voz que me sigue atormentando mis pensamientos, la voz que provoca que un escalofrío recorra todo mi cuerpo, sin embargo, ese día fue diferente, esos recuerdos hicieron que tomara valor suficiente para poder hablar.

—Claro, ya voy— el temblor de mi voz que estaba tratando de ocultar sale en cuanto pronuncio esas palabras.

—¿Segura que estás bien?

—Sí, si tranquilo, son los nervios de ir a la escuela —mentí. Suspiré suavemente tomando pequeños respiros.

—¡Oh vamos Aidan! ¿en serio? —su voz sonaba burlona —entraré — en esos instantes el pánico de que me viera de esa forma hizo que alzara la voz.

En esos momentos, tenía miedo que la vulnerabilidad fuera vista por él, pero me daba más temor en que por esa debilidad me llevaran de vuelta con ella.

—¡No! —grite abruptamente –No, estoy cambiándome en unos minutos bajo — Volví a mentir, aun sabiendo que estaba mal.

—Está bien, te esperé abajo — Iker no volvió a insistir y pronto se escucharon sus pasos alejarse.

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora