Capítulo 35: Tic tac.

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Capítulo 35:

— ¡Hermano! —lágrimas furiosas desprendían los ojos verdes de la Primer Anciana, mientras que su hermano la sostenía de la cintura mientras ella forcejeaba intentando alcanzar el ataúd frente a ella.

Pasé saliva mientras nos acercábamos, sin despegar en ningún instante la mirada de los tres ancianos.

La Anciana líder se deshizo del agarre y las flores blancas que acompañaban el lugar fueron desparramadas por doquier.

— ¡Lo odio! ¡Odio esto! — los vidrios rugieron al estrellarse en una de las paredes del cuarto.

— ¡Tranquilízate! —le gritó su hermano.

— ¿¡Tranquilizarme?! — Lo empujó lejos, el anciano no se movió un centímetro, su hermana casi suplicándole lo tomó de su elegante traje negro —Mi hermano está en ese maldito ataúd, Caleb, mi hermano esta...

Muerto.

Avanzamos un poco más, miré hacia abajo donde mis tacones bajos estaban a punto de aplastar una rosa blanca, la tomé y seguí al lado de Iker.

—Ancianos—llamó mi padre, la tercera anciana llegó a nuestro encuentro, con una débil sonrisa, sus ojos que anteriormente eran de seriedad absoluta ahora había el rastro de la tristeza.

—Alfas— una ligera reverencia fue dada, su vestimenta negra alzaba la piel blanca de su cuerpo.

—En nombre de la manada Fuego, les damos nuestras condolencias a su gran perdida, un gran hombre, sabio y amable por naturaleza, lo sentimos mucho.

La Anciana asintió.

—Pasen, sean bienvenidos a tomar asiento.

Nos guió hacia otra sala, miré hacia las sillas.

No había nadie.

— ¿Informaron a los demás Alfas? — preguntó la Luna Caterina.

—Sí, pero no se dio aviso a la comunidad.

—Entiendo, sin embargo, preferiría que hubiesen dado aviso de lo que ocurrió.

La anciana, que estaba por responder se contuvo al escuchar un resoplido cerca.

— ¿Darle aviso? —La voz de la hermana mayor sonó quebrada — ¿Decirles que mi hermano se suicidó?

— ¿Qué hay de malo con ello?

—Cariño—el Alfa le llamó a la Luna.

—Discúlpenme, es su decisión— todos tomaron asiento, me quedé de pie unos segundos y los hermanos se apartaron a seguir velando a su hermano menor.

"No deje que su amor caiga, entre mentiras engaños debe florecer, su mente fue dañada, libérela"

Miré hacia la rosa blanca, cuando elevé de nuevo la vista descubrí unos ojos celestes observándome.

"No deje que su amor caiga..."

Aparté la vista de Jev y me senté junto a Iker.

— ¿Estás bien?

—Perfectamente— sonreí, todos habían visto aquella escena en la escuela, los cuatro hermanos que eran más cercanos que nada, ahora había un conflicto contra Jev.

A la distancia veía a los líderes Agua y Viento conversaban con la Tercera Anciana.

Ashaia se sentó a mi lado.

—Chicos—nos dio una débil sonrisa, estaba demasiado serio para ser Ashaia.

Jev se apartó, sentándose unas filas detrás.

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