Capítulo 34: Los Caídos

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Capítulo 34:

Cuando el amor cae.

El alba acariciaba con un dejo de ternura su cara, sus brazos presionaban con suavidad mi cintura, mi rostro, escondido en su pecho, se regocijaba de su olor, como una fresca mañana.

Interrumpiendo nuestra tranquilidad un celular sonó en algún lugar de la camioneta, Jev se removió y me soltó, tomando esa oportunidad salí en su busca, abrí la puerta y el celular estaba en el asiento.

«Nicole»

Me quedé unos segundos mirando el celular sonando sin hacer nada más que ver el nombre.

— ¿Quién es? — la voz de Jev se escuchó cercana, pronto sentí sus brazos pasar por mi estómago entrelazando sus manos, su barbilla descansó en mi hombro, yo seguía con su celular en manos, pronto leyó quien llamaba, sentí su cuerpo tensarse y deshacerse del agarre que había hecho para luego tomar su celular —un momento.

Fue lo que dijo antes de irse a tomar la llamada lejos, el sol iluminaba su figura, no dije nada, mientras esperaba.

—Tenemos que irnos— dijo a la distancia empezando a tomar las sabanas en donde anteriormente habíamos dormido.

Después de un instante respondí un sí.

—Hay un puesto de licuados cerca de la casa, podemos ir ahí, aún falta para tiempo para la segunda hora— negué, íbamos ya en camino hacia la casa de la manada Fuego, ya habíamos perdido la primera clase del día y solo confiábamos que nos dejaran entrar a la segunda.

—Veré si Sara no está ocupada para pedirle algún lonche sencillo, o comeré en la escuela.

—Aún falta para...

—Dije que no— lo interrumpí, Jev me miró unos segundos, incrédulo, después siguió viendo enfrente, vi por el rabillo del ojo apretar ligeramente el volante.

—Solo me marcó para ver si estaba bien, no creí que Nicole fuera algo importante como para darte detalles.

— ¿Importante? ¿Crees que Nicole es importante para mí? —lo miré molesta.

—Por la manera en la que reaccionas ante su presencia da mucho que hablar, eres demasiado consiente de ella.

—Solo no sabía que se seguían siendo tan cercanos.

— ¿Por qué debería ser lo contrario? ¿Por qué tendríamos que llevarnos mal?

Entre abrí mis labios, después los estrujé para mirar por la ventana.

Al pasar los minutos las grandes arboledas comenzaban a escasear hasta que la población de la manada Fuego comenzaba alzarse a la vista, las grandes puertas cafés marcaban el final de la manada Agua, el lema del fuego se alzaba.

"El fuego nos transforma"

Los soldados transformados merodearon cerca de nuestro automóvil, mientras que los soldados uniformados hablaron.

—Buenos días Alfas— saludaron y yo sonreí —necesitamos que bajen un momento, necesitamos revisar el vehículo y descartar anomalías.

— ¿Descartar anomalías? ¿Por qué un Alfa debería traer algo que perjudique a la manada Fuego?

—Lo siento Alfa, son ordenes de nuestro Alfa Fuego.

—Bajaremos— hablé antes de que Jev lo hiciera, lo miré unos segundos, él no me devolvió su mirar.

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora