Capítulo 20: Génesis.

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Capítulo 20

Los truenos sonaban como una atroz melodía, pareciera como si ellos se encontraban enojados, mismo enojo que corría como fuego en mis venas.

Los rayos y relámpagos danzaban al son de los truenos, la lluvia caía estrepitosamente mientras seguía el rastro del príncipe de la oscuridad.

El chico corría a gran velocidad, cortando las hojas de los pinos por donde pasaba.

A unos metros de nosotros, había unos callejones de árboles, si él llegaba ahí, podría perderlo, y no me tomaría el lujo de perder contra él de nuevo.

En mi cabeza solo podía distinguir al chico de ojos negros, lo veía como un objetivo que tenía que detener, ya no era yo para ese momento.

Illazki tomó razón, cuerpo y alma.

«Vuelve a ser lo que eras.»

Me ignoró.

«¡Vuelve a tu piel débil y rota, quiero que vuelvas a ser humano!»

El lobo saltó un tronco de árbol caído y cayó de rodillas gritando de dolor, jadeando y sudoroso se encontraba el chico de nuevo en su fase humana.

Volteando atrás, sorprendido y buscando al responsable de su forzada transformación.

En cambio, yo salí de la penumbra, los ojos del chico se vieron sorprendidos por mi loba, tenía los labios entre abiertos queriendo gritar, hablar, pero no podía.

Me daba nauseas estar frente a un tipo como él, Mason se debió de haber dado cuenta porque su fachada de confianza y superioridad cayó ante mis pies.

— ¿Quién eres? — dijo en un esfuerzo de aparentar valentía, estaba rodeándolo, como un animal que asecha a su presa, su pálido cuerpo desnudo temblaba de miedo, contradiciéndolo.

La lluvia caía torrencialmente, los rayos iluminado su cara llena de lodo.

Fuego.

Un círculo de fuego se formó alrededor de Mason, dejándome a mí afuera.

Volví a mi forma humana sin ningún esfuerzo, las llamas me cubrían ante Mason, mi cuerpo sorprendentemente no estaba desnudo, un vestido blanco de seda me cubría adecuadamente.

No le tomé importancia mientras seguía viéndolo entre las llamas al chico, la llamarada no cedía ante la lluvia, en cambio, parecía como combustible para ella.

—Has causado mucho daño.

— ¿Quién eres? — Susurró — ¿Qué quieres?

—Mataste a muchas personas, Mason— lo interrumpí mientras veía al chico de pie caminando y volteando desesperado, tal cual un león enjaulado —causaste mucho dolor.

—Mientes.

—Cierto ¿Cuándo he visto a un asesino honesto?

—Y-yo no he matado a nadie.

—Entonces ¿Qué es lo que hiciste? — ladeé la cabeza esperando por una respuesta mientras caminaba con lentitud, por mi cabello caían innumerables gotas de lluvia fría. — ¿Cómo se les llama a los gritos de miedo, desesperación que emitían las personas que mataste justo en frente de sus seres queridos? — Veía entre las llamas el temblor que envolvía su cuerpo, sus puños cerrados con presión —al llanto de una madre rezando por su hijo, para tener una oportunidad de verlo de nuevo. ¿A que le llamas eso?

—N-no quise hacerlo— musitó, la lluvia se intensificaba a cada paso que daba, el fuego danzaba con felicidad, por venganza.

— ¿Dijiste algo?

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora