Honestidad

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Annie trató de calmar sus nervios mientras caminaba a la mesa donde él la esperaba, ignorando tras ella la mirada de Finnick, quien parecía creer que iba a un patíbulo. Quizás lo hacía.

Era Snow después de todo, uno nunca sabía qué pretendía hasta ver las consecuencias de sus maquinaciones...

Él, a quien había pegado e irrespetado a nivel nacional, quien por eso la mandó a golpear "de forma clemente" hasta la inconsciencia, quien con una simple orden mandó a matar y mutilar a sus padres, dejándole una pena irreparable y dos cuerpos sin sepultura, y quien por poco no hizo lo mismo con su hermano. Marlowe.

¿Qué si decía algo mal y por eso le hacía daño a Marlowe? ¿Qué si le estaban haciendo algo en esos instantes? ¿Qué había hecho para llamar su atención? ¿Era necesario hacer algo para ser castigado en su juego autócrata? Porque a cómo veía las cosas, él podía matar por capricho, con un chasquido de dedos, y nadie haría nada al respecto.

Dos hedores la marearon apenas lo tuvo enfrente: rosas y sangre. El perfume de las flores se encontraba corrupto de algún modo, intensificado de manera antinatural para tratar de ocultar el hedor sanguinolento en él, hedor de los moribundos en el 4 durante la epidemia de hacía años, el olor a muerte.

Hizo su mayor esfuerzo por disimular su asco mientras se sentaba con él, agradeciendo la taza de que le servió por cortesía, pero no se animó a tomar nada. No le daba buena espina...

-El té tiene cafeína- aclaró, ofreciendo eso como excusa para no ofenderlo-. Sigo en tratamiento, y no puedo tomar cafeína. Una disculpa- el hombre solo asintió, su rostro inexpresivo como siempre. 

-Me alegra ver que ha mejorado-fue lo primero que le dijo, su tono cordial y tranquilo, como si no percibiese su pánico y aprehensión hacia él. Lo dudaba, pues Finnick le advirtió que era intuitivo-. Desde la última vez en que hablamos, me refiero.

-Sí, he mejorado un poco.

-Temí que lo de su inestabilidad fuese una mentira del señor Odair para protegerla, pero todo parece indicar que, aunque mejorando, usted es, en efecto, alguien inestable- siguió detallando, y aunque las palabras eran duras, su tono era clínico. No lo decía a modo de crítica, sólo describía, como si ella fuese un objeto y no una persona.

-Él no mentiría para protegerme.

-El señor Odair siempre ha tenido problemas para hablar con la verdad, no quiera defenderlo. Además, él siempre ha tenido el impulso de cuidar a los débiles en contra de su buen juicio-eso sí lo dijo con cierto repudio, como si le recordase a alguien. Al parecer, no le agradaba ese alguien más.

-Si soy débil, ¿entonces para qué me necesita?

-No necesito su fuerza, quiero honestidad. Algo que a la mayoría de ustedes les cuesta entender es que, antes que nada, yo valoro la practicidad, y las mentiras solo complican innecesariamente las situaciones- Annie asintió, demasiado confundida para responder-. ¿Usted sabía algo de la alianza que maquinaron Blight y Finnick para Johanna y Marina?

Annie no supo qué decir. ¿La verdad? La verdad sonaba a una mentira, pues la realidad es que no lo supo hasta que la vio en la tele, como el resto. ¿Tenía que mentir para ser creíble? No sabía mentir, o al menos, no sentía que le creería...

- ¿Señorita Cresta?

-No lo sabía. No me dijo. Como ya ha de saber, Marina era cercana a Wade, mi aliado, y al no ser ella mi tributo, terminé en una posición complicada, pues tenía que apoyar a Kyle, pero quería que ganase Marina. La culpa por fallarle a ambos de ese modo, a Marina por mi amistad con Wade y a Kyle por ser mi tributo, me estaba comiendo viva. Finnick sabía eso, y supongo que, sumado al hecho de que es muy analítico al tratarse de su rol como mentor, decidió no contarme para que no supiera de antemano lo que potencialmente pudo ocurrirle a Kyle, pues saberlo hubiera sido dejarlo morir por razones egoístas...

Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora