Fin del verano

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- ¿Sigues enojado conmigo? ¡Oh, vamos, Finn! ¡Eso es solo cruel! - se quejó Aria mientras trataba de alcanzar a sus amigos, pues el rubio había cambiado de dirección al notarla. Odiaba cuando se ponía en ese plan, evitando la confrontación. No era típico en él, y ella no se creía merecedora de esa actitud infantil. Su cara se puso roja de vergüenza.

- ¿Cruel? ¡Y tú eres grosera, entonces! ¡Debería ponerte un maldito cascabel en el cuello! ¡A ver si eso te impide espiar!

- ¿ESPIAR? Te estás confundiendo de chica, Odair, ¿o es qué ahora toda mujer en tu vida es una maldita espía? ¡Maldito misógino con paranoia!

- ¿Qué carajos es un misógino?

- ¡No te hagas el tonto ahora! ¡Has dicho palabras más complicadas!

- ¿Qué parte de "dejé la escuela a los 12" no has entendido? ¡Si las he dicho, ha sido por pura suerte! – para sorpresa de ambos, River solo se rió, ofuscándolos-. Dime el chiste, por favor. Me vendría bien reír- le pidió con gentileza fingida, con la misma sonrisa social que usaba cuando lidiaba con gente molesta. De no conocerlo mejor, dado el contexto, le hubiera asustado. Había matado gente, después de todo.

-Están actuando como niños, unos muy malhablados, pero niños, al fin y al cabo- declaró Pierce con simpleza, riendo más al escuchar el gruñido de Aria, quien se cruzó de brazos-. ¿Qué fue tan terrible como para que compares a Ari con tu vencedora traidora, y aparte la amenaces con una campana en el cuello? - preguntó condescendientemente, haciendo de mediador entre ambos. Finnick rodó los ojos: odiaba que le hablaran de ese modo, como si fuera un mocoso, y él lo sabía. Se estaba burlando de él, pero no estaba del mejor humor como para aguantarlo.

-Te puedo responder eso, Riv-empezó Aria antes de que Finnick pudiera alegar-. Fui a casa de Finnick a llevarle un pan de algas como la buena amiga que soy, y cometí el inocente error de no tocar antes de entrar: ¡un error, no una táctica de espía, para que sepas! Y me saludó la imagen de él besándose con Annie en la sala, de ahí su rabieta...- Finnick la miró indignado, a la vez que la expresión de River se iluminaba con grata sorpresa. Y siendo sinceros, el enojo se había ido de la voz de Aria en el momento en que explicó lo del beso, sonriendo como una loca al verlo enrojecer a un más. A la chica le costó contener la risa: ¡parecía un púber, avergonzándose de un simple beso!

-No es solo un "error inocente" si lo haces cada maldita vez que entras a mi casa, ¡y eso es para los dos! ¡Siempre los dejó entrar, lo sé, pero eso no quiere decir que no quiera tantita privacidad! Pero eso no les importa, ¿verdad? – los regañó como pudo a pesar de su vergüenza, tratando de recuperar el control de la situación-. Eres simplemente descarada-Aria sonrió como si él la hubiera felicitado, molestándolo aún más-, desvergonzada y chismosa...

- ¡Soy todo eso y una persona muy feliz por la nueva relación de su amigo! - comentó abrazándolo por el costado, pero él seguía con el ceño fruncido-. Perdón por interrumpir, ¿sí? Pero me alegro mucho por ti y Annie- le aseguró, pero su humor no pareció mejorar. Eso la empezó a preocupar-. ¿Qué pasa, Finn?

-Nada, solo... vinimos a nadar, ¿no? - cambió de tema bruscamente, dirigiéndose al mar frente a ellos y sin perder tiempo en hundirse en él.

Eso dejó a sus amigos con el ceño fruncido y múltiples preguntas sobre su actitud evasiva. Personalmente, Aria estaba bastante preocupada. River, quien lo conocía mejor por el tiempo, no se extrañó tanto por aquello, pero igual le hirió su silencio. Conociéndolo, estaba realmente preocupado y probablemente buscaba tranquilidad en el mar. "Sus padres están ahí", recordó River, sintiéndose enfermo. A veces se olvidaba de que vivían rodeados de un cementerio inmenso y azul...

Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora