Tormenta

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Esa noche Annie no soñó más, lo cual era un alivio considerándolo todo.
Se entretuvo un rato hasta que el sueño la terminó por vencer, bloqueando cualquier chance de soñar algo.
Se despertó sola y se arregló en silencio, Dia mirándola con compasión mientras la ayudaba en lo que pidiera.

Wade y ella no hablaron durante el desayuno, y en general todo estuvo tenso y callado.
Las miradas iban y venían de la comida al reloj sin mucho disimulo, sus ojos atentos al cambio de manecillas.
Cada minuto que pasaba era más cercano al último adiós.

-Serán aliados, así que escúchenme bien: Annie, no te quedes para el baño de sangre. Wade, de los dos, tú eres el que podría ir a buscar provisiones y armas, pero solo si así lo deseas. Si no, ve corriendo con Annie, no les conviene estar separados. Adéntrense a donde sea que puedan esconderse y no salgan de allí hasta que no les quede de otra...

-...Si, Finnick- dijeron los dos a la vez, su tono demasiado autoritario como para discutirlo.

-...Nada de fuego durante la noche, sin importar el frío...-continuó Mags con dificultad-. Busquen agua. Estén alertas. Túrnense para dormir. Estén juntos, estén a salvo, y enorgullézcanos, ¿Sí? - la mujer los abrazó y besó a ambos, llorando un poco cuando tocó el turno de Wade, su tributo. Finnick se levantó, y tras abrazar levemente a Mags a modo de consuelo, los miró a ambos con detenimiento.

-Suerte- le estrechó la mano afectuosamente a Wade-. Cuídense- hizo lo mismo con Annie, sus miradas atrayendose al instante, cuál imanes. No parecía molesto, ni falso. Parecía derrotado.

-Bueno, chicos, ya va siendo hora que suban a cambiarse- comentó Sena, algo apenada de interrumpir, pero apegada a su estricto itinerario-. De todos modos, Mags y Finnick deben acompañarme. Háganme caso-como autómatas Annie y Wade procedieron a hacer caso, Portia y Nex ya esperándolos para vestirlos para la arena.

- ¿Hará mucho frío? - Annie se encontraba confundida. La chaqueta que le había puesto no tan abrigada como para calentarla en caso de una helada, pero tampoco tan ligera para ser un rompevientos.

-No puedo decirte, linda. Ven, déjame te acomodo el cabello, ¿sí? - Annie tomó asiento frente al tocador, dejándose peinar por las delicadas manos de la mujer tras ella-. Mira, te sirve de liga. Te vendría bien llevarlo recogido...

-... ¿Menos fácil que me tiren de él? - se imaginó la violenta escena con un escalofrío. Portia también pareció perturbada ante la idea, pero se esforzó en permanecer neutral.

-...Si, pero también lo haría más de esconder. El rojo, aunque bello, es llamativo. Eso y la capucha podrían venirte bien a la hora de esconderte...

-...Gracias, Portia...

-...No hay de que, es mi trabajo. Suerte, Annie...- le dio un leve abrazó al cual Annie respondió educadamente antes de dejarla partir.

La chica se sorprendió de ser interceptada por agentes en vez de Finnick, quienes, al parecer, la escoltarían directo al aerodeslizador. Ni podía ser cierto...ella no contaba con eso...

-Creí que mi mentor sería quien...

-...Creyó mal. Avance, señorita Cresta...-ella solo asintió, algo aliviada al ver que seguían el mismo protocolo con Wade. No era algo raro, ni relacionado a la relativa cercanía que tenía con Finnick.

El chico, quien parecía nervioso, se tranquilizó un poco al visualizarla, una pequeña sonrisa iluminando su rostro. Llevaba puesto algo similar a lo que ella llevaba, solo que adaptado a un cuerpo masculino y sin la capucha... ¿De verdad Portia se había molestado en agregar ese detalle para ella? Annie solo atinó a devolverle el gesto antes de que los apartaran, cada uno dirigiéndose por pasillos distintos rumbo a su aerodeslizador. Ya no se verían hasta la arena.

Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora