- ¿¡Quién carajo enojó a Pacífica!?- Ron maldijo en voz alta mientras se dirigían hacia la cima de la colina, el mejor curso de acción que tenían ante la inminente amenaza de un terremoto en la Isla. Algunos temblores sólo alcanzaban al distrito, pero los más fuertes pegaban en la isla también, como en ese momento. Finnick se habría reído de la vieja superstición si no estuviera tan estresado mientras cargaba a Mags, porque sabía que ella no podría correr sola, y trataba de mantener a Annie a la vista, temeroso de que se quedara atrás por cualquier motivo. Tenían pocos minutos para llegar sin dificultades antes de que los temblores los expusieran a un sinfín de peligros. La casa de la colina, el primer hogar de Mags en la Isla, era el mejor lugar para estar, ya que era lo suficientemente alta en caso de que los temblores se convirtieran en un maremoto, y apenas había árboles que pudieran aplastarlos-. ¿Por qué carajo traes ese estúpido pájaro? ¡Podríamos morir!
- ¡Cállate, Ron! - le gritaron tanto Finnick como Annie, el primero para defender a su chica, y la segunda sorprendiendo a todos, pues nunca respondía de esa manera. Coco chilló desde su jaula como si se uniera a la pelea: ambos corrieron por Mags, pero una vez Finnick la tomó en sus brazos, ella decidió ayudar llevándose a Coco. En retrospectiva, hubiera sido más sencillo liberarlo, pero ninguno pensó bien las cosas antes de correr rumbo al refugio: mantener la calma en tiempos de crisis era más sencillo de decir que hacer, y en el Distrito 4 nunca se aprendía a ser ordenado.
Apenas llegaron a tiempo antes de que comenzara el primer temblor, lo suficientemente fuerte como para derribar a algunos de ellos en su llegada al refugio. Finnick casi se cae con Mags todavía en brazos, notando con temor que podría durar más y ser mucho más intenso que la mayoría de los pequeños sismos que ocurrían de vez en cuando sin alarmar a nadie.
Tan pronto como pudo, la dejó a salvo en el suelo junto al resto, demasiado asustado de volver a ponerla en riesgo, ya que no podía confiar en sus pies durante los temblores. Buscó a Annie y finalmente la encontró sentada en el suelo, abrazada a sus rodillas y escondiendo su rostro entre ellas mientras su hermano intentaba calmarla, sentándose a su lado y acariciando su espalda de manera reconfortante.
No fue una sorpresa para nadie ver a Annie tan afectada: después de todo, había pasado por un terremoto y una inundación durante sus juegos, y aunque sobrevivió, era lógico que algunas de sus heridas no hubieran sanado a pesar de los años...
Su mente, siempre tan confusa y turbulenta, estaba inundada de miedo.
Inspira, exhala: las palabras de su madre acerca de que esa era la clave para apagar cualquier mal sentimiento eran la única ancla que tenía en ese momento. "El truco es seguir respirando", pensó, apenas recordando la voz de Meghan cuando dijo eso una vez, pero no podía recordar el contexto. No importaba en esos momentos. Los suaves intentos de su hermano por calmarla le recordaron al actuar de Wade cuando ocurrió el primer temblor en la arena, pero entonces él la había abrazado con fuerza, como intentando usar su cuerpo como escudo para ella a pesar de lo que pudiera implicar para él.
El sonido del mar tragando las cosas en la orilla hizo que su corazón se detuviera por un segundo: era como estar de vuelta en la arena, luchando contra el agua y las ruinas de la presa rota, y casi podía sentir el peso del cuerpo de Marcel mientras intentaba ahogarla con él. Había estado muy cerca de morir en ese entonces, y aunque sus circunstancias no se parecían en nada, el sentimiento de miedo absoluto y de impotencia era el mismo.
Pero ahora, a diferencia de la arena, donde él estuvo seguro y afuera, tanto ella como Finnick estaban pasando por eso con la misma cantidad de poder sobre sus circunstancias, ninguno. Ninguno podía ayudar al otro: estaban a su mala suerte...
Finnick hizo todo lo posible para evitar tropezar mientras caminaba hacia los Cresta, liberando a Coco de su jaula para detener sus gritos: el pájaro no se perdería, no tenía tanta suerte, y lo último que necesitaba era agregar sus alaridos al pandemonio que era la isla en esos momentos. Vio cómo el mar destruía sus casas, la de Annie y la suya, pues eran las más cercanas a la costa, y una sensación de impotencia lo invadió mientras su mente intentaba planificar cómo se recuperarán de algo así. Sus posesiones no le importaban mucho, nada que viniera del Capitolio le interesaba a ese punto, pero sabía que Annie todavía guardaba algunas fotos y pertenencias de sus padres en casa, y la idea de que las perdiera así le dolía.
ESTÁS LEYENDO
Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick Odair
FanficLa vida de Annie se quiebra cuando su nombre sale el día de La Cosecha. No tiene nada a su favor. Nada, excepto él: Finnick Odair, su mentor. ⚠️Advertencia: Esta historia contiene temas sensibles como representaciones gráficas de violencia, sexual...