Annie despertó con la cabeza a reventar del dolor y los ojos hinchados, haciéndole saber que, seguramente, lucía tan miserable como se sentía, agotada a pesar de haber dormido hacía unos segundos. ¿Cuándo volvería a descansar en paz...?
-Cuando muera...- se respondió a sí misma, dándole lo mismo qué tan lunático podría ser estar hablando sola, contestando a sus propias dudas internas. De no haber llorado hasta desfallecer la noche anterior, seguro se hubiera reído de su cinismo. Agradecía no haberlo hecho, pues con el control que tenía de su risa, terminaría ahogándose entre lágrimas y carcajadas histriónicas. Con razón no tenía amigos y estaba tan sola: estaba loca y, sinceramente, ella también desearía poder estar con alguien que no fuera ella misma todo el tiempo. ¿Cuándo volvería a estar en paz consigo misma? -. En la muerte, definitivamente. Cuando ya no pueda sentir, o pensar, o respirar...
Quería ser el mar, todopoderoso y hermoso, y al mismo tiempo deseaba poder evaporarse en el aire y salir volando por la ventana para ver si se rompía en la arena y si los cristales de la ventana podrían dolerle más que el corazón que latía y sollozaba en su pecho...
"¿De verdad estoy pensando en saltar por la ventana?", pensó, despertando de su aturdimiento melancólico. Definitivamente tenía problemas mentales, y serios. Sobre todo, se sentía culpable por desear cosas tan oscuras: sus seres queridos no merecían a una chica suicida en sus vidas para hacerlos aún más miserables. Wade y Kira no habían muerto para que ella acabase con su vida de ese modo...
Sonrió tristemente al ver el teléfono en la almohada: estaba fuera de su base, y con el movimiento de ella al dormir, se había desconectado, así que supuso que realmente no le colgó a Finnick antes de desfallecer de cansancio. La paranoia en ella se asustó porque Snow hubiese escuchado algo de lo que se dijeron...
"¿Qué más da?", trató de fingir que no le importaba, "No es como que no sepa ya de lo nuestro. Me preocupa por Sol...No debería preocuparme por Sol...", razonó como pudo, odiando a su corazón debilucho por todavía ver por aquella traidora. No podía verla como enemiga, pero ya no era una amiga, nunca más.
Escuchó una voz grave canturrear desde la cocina, frenando de golpe cualquier pensamiento. Su primer pensamiento fue Wade, pero claro, él estaba muerto, y por más que le recordó a su pequeño momento musical en la arena, sabía que no era él. también reconocía que no era una alucinación, pues no era posible que fuese maquinación suya, escuchándole tan real... ¿Sería Marlo?
Pero no, Marlo no cantaba, nunca.
La situación le resultaba familiar, como un deja vu, pero a diferencia de sus constantes flashbacks de la arena, el Capitolio y de los maltratos del hospital, este era uno placentero. El aroma era similar también: una sopa agridulce que, por algún motivo, le abría el apetito como nada en el mundo...y cantaba la canción de la chica muerta en un pueblo costero, misma que llevaba su nombre...
"¡Finnick!", se ilusionó de golpe, sintiendo un golpe de adrenalina tal que bajo las escaleras casi corriendo hacia la cocina, esperando encontrarlo como hacía un año atrás, para poder besarlo como en ese entonces no se atrevía...
Pero no, no había nadie. De algún modo su mente engañó a sus sentidos, y ahora quería romper a llorar otra vez, no solo por su mente fracturada y malestar corporal, sino porque se encontraba más sola que nunca y no tenía idea de cómo estaría él en esos momentos, en un lugar tan terrible, pues si bien él era más resiliente que ella en todo aspecto, seguía atormentándole pensar en su sufrir...
Sí, definitivamente solo los muertos alcanzaban la paz en Panem. En ese aspecto, los envidiaba, y mucho.
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Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick Odair
FanfictionLa vida de Annie se quiebra cuando su nombre sale el día de La Cosecha. No tiene nada a su favor. Nada, excepto él: Finnick Odair, su mentor. ⚠️Advertencia: Esta historia contiene temas sensibles como representaciones gráficas de violencia, sexual...