Siempre puede ser peor

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- ¿Quién es?

-Odair.

- ¡Finnick! ¿Cómo es que tienes mi número?

- ¡Tú me lo diste, Jordan! - Finnick podía sentir la incredulidad de Blight desde el otro lado del celular, fastidiándolo-. Estabas borracho, tal vez por eso no lo recuerdas...

-... ¿A cuántos más se lo di borracho? - lo escuchó preguntarse a sí mismo. Finnick solo rio, comprendiendo que de nada servía enojarse con él.

- ¡Ese es tu problema, Blight! En fin, solo quería preguntarte si todo está bien por allá...

-... ¿Qué es bien para ti? – preguntó a la defensiva, pero no le duró mucho, pues la curiosidad le ganó-. ¿Por qué no lo estaría? ¿Qué sabes?

-Snow se enojó por haber aliado a Marina y Johanna.

- ¿En serio? ¿Estás bien?

-Sí, solo me dio una advertencia. ¿Y tú?

-Yo tengo que disculparme con la gente de la aldea: los estuve culpando de matar a mi perro. Creo que esa fue su advertencia...-Finnick nunca había tenido una mascota, pero imaginó que era duro. River lloró por días a la vieja gata que había adoptado en el muelle una vez supo que la habían guisado, así que supuso que era similar a un familiar, pero en animal. Empatizando con él, dijo...

-...Lamento escuchar eso- le dio el pésame. Solo le escuchó suspirar, aclarando su garganta.

-Oak era un buen muchacho, no merecía eso...pero pudo ser peor. Siempre puede ser peor- parecía como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo de eso en lugar de afirmarlo, hablando desde el dolor, pero Finnick fingió ignorarlo por respeto-. En fin, gracias por decirme.

-Lamento no haberlo hecho antes...

- ¡No lo hagas! Otros ni siquiera hubieran tenido la consideración. Aunque a la otra podrías elegir una hora más decente para hablar, no la madrugada...- agregó lo último mientras bostezaba. Finnick se encogió de hombros.

-Estabas despierto, ¿no? - Blight solo pegó una risotada. Podía escuchar el ruido de un corcho saliendo disparado de una botella. Genial, lo había puesto sentimental y ahora se embriagaría, ¿por qué no podía hacer nada bien?

- ¿Hay algo más que quieras preguntar, niño?

-No soy un niño- se apresuró a aclarar, irritado por la palabra-. ¿Cómo está Johanna? – se animó a preguntar, ignorando la risita boba del hombre. A veces le sorprendía lo infantiles que podían ser los otros vencedores, en especial aquellos que le llevaban más de una década.

-No le he hablado desde que llegamos, pero parece estar bien. Quiero decir, al menos ella no está aislada como la mayoría de nosotros en nuestra primera semana de regreso al "mundo real". Está tratando de recuperarse con su familia y amigos. Como puedes imaginar, lo último que necesita ahora es un hombre alcohólico en sus 30 de luto por un perro, especialmente cuando la incité a matar...- sonaba como si se sintiera culpable por descuidarla, pero también parecía confiado en lo que decía. Realmente pensaba que a Johanna le iba mejor sin él.

- No la incitaste a matar, querías salvarle la vida- corrigió Finnick suavemente, apiadándose de su alma atormentada. Sabía que sus palabras eran vacías a oídos de quien ya se había condenado como culpable, pero tampoco podía no decírselo.

-Es lo mismo. Descansa, Finnick. Me saludas a Mags y Anne, ¿sí? – se despidió antes de colgar.

Sonrió: le gustaba que al menos los de su nicho pudieran ver más allá de la imagen volátil y agresiva que el Capitolio, gracias a él y sus mentiras sobre su pasado, había pintado sobre su adorable Annie.

Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora