Lo correcto

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- ¿Podemos hablar, Anna?

-Estamos hablando ahora...- las cejas de Finnick se alzaron con sorpresa al notar su tono frío, como si Annie ya estuviera harta de él, aunque acababan de empezar a hablar. Era evidente que no le agradaba, e incluso en esas, la chica solía ser paciente y educada en lo mínimo con todos, incluso con quienes detestaba. No estaba siendo grosera, pero, aun así, era diferente a su forma habitual de ser. Finnick se distrajo tanto con su actitud que se olvidó del chico que tenían delante, pero supuso que Aishelle había hecho algo, porque Annie bufó-. ¿Y si te adelantas al bote? No tardo en alcanzarte, lo prometo- se dirigió al rubio, suavizando el tono un poco. Finnick frunció el ceño. No le gustaba la idea de dejarla sola con él, incluso en pleno día y con gente viéndolos. Aun con las circunstancias de su lado, nadie haría nada si Aishelle se ponía agresivo con la chica, pues nadie sensato se metería en problemas con el hijo del alcalde. Solo él lo haría, y ahora le pedía alejarse...

- ¿Estás segura, Annie? – preguntó, tratando de mantenerse tranquilo, mirándola a los ojos en busca del mínimo indicio de sacarla de esa situación ipso facto. Pudo notar por el rabillo del ojo como él chico rodaba los ojos, claramente fastidiado. "Mocoso mimado hijo de..."

-Sí. Gracias- le sonrió levemente, y tras fulminar al tipo a modo de advertencia, Finnick avanzó, ignorando la sugerencia del bote y manteniéndose lo suficientemente cerca para verlos en la distancia. Esperaba que no tardase demasiado. No podía escuchar, con la distancia y el ruido de la calle y el mar era imposible, pero al menos podía ver en caso de que algo malo ocurriese, para poder intervenir.

Casi podía escuchar la voz de Aria amedrentándolo por buscar pleito con el hijo de alguien poderoso...y, como casi siempre, y con la culpa del mundo por desobedecer, tendría que ignorarla. Él odiaba la violencia, en verdad: por algo vivía ahogándose en su propio enojo, para no herir a otros con sus sentimientos negativos ...pero en esa instancia daba igual quien fuese, nadie le haría nada a Annie con él tan cerca, lo prohibía...

Annie, desde donde podía verla, estaba cruzada de brazos mientras lo escuchaba hablar. No parecía nada contenta.

- ¿Cómo supiste que estaba aquí?

-Tu hermano llevaba unas cajas, y preguntándole, me comentó que dejarías una en la guardería de aquí. Aunque es lindo el gesto, créeme, ese lugar ocupa más que eso. Se les va caer encima a los niños en el siguiente ventarrón...

- ¿Y por qué me lo dices a mí y no a tu papá, quien de hecho podría hacer algo al respecto? – le encaró, fastidiada de que criticara su actuar. Sí, ella sabía perfectamente que lo que hizo no era la gran cosa, pero era algo útil, a diferencia de esos comentarios estúpidos. Él se encogió de hombros...

-...Solo digo, para que tampoco te desvivas tanto por ellos: terminarás herida, linda...

-...No me llames así...- lo cortó. Por eso no le gustaba hablar con él: si Marlowe no estaba cerca, Clyde no dudaba en tratar de subir el tono con ella. Él frunció el ceño en una mezcla de rabia y humillación.

Ella no disfrutaba de avergonzar al prójimo, pero a ese punto, y tras aguantar aquello desde los 14, ya le daba lo mismo. Antes le tenía miedo, pero después de todo lo que había vivido ese último año, para bien o para mal, Clyde Aishelle ni siquiera le había cruzado por la cabeza, y ahora que lo tenía enfrente, le daba pereza. A lo mucho, si le daba rabia que no entendiese su rechazo...

-...Era solo un apodo cariñoso, Anna. No tienes por qué alterarte...

-...No estoy alterada, y no tendrías por qué ponerme apodos. No somos amigos...- ella sabía que cualquiera escuchándolos la tacharía de cruel y altanera, pero es que por ser amable había llegado ese punto. Hubo un tiempo en el que tenía que cuidarse de por dónde caminaba por miedo a que la encontrase sola...

Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora