-Si necesitas irte, hazlo- fue lo primero que dijo Cece después de un buen rato, sorprendida de verlo tan turbado. Le incomodaba verlo así por una extraña. En general le desagradaba convivir con gente sintiendo, en especial si eran cosas negativas. No era común, o siquiera bien visto en sociedad ponerse así frente a otros. Era hasta maleducado. "En los distritos son raros..."
-Gracias.
Sin decir más se fue, sintiéndose frío, su cuerpo pesado como el plomo. Marina había muerto.
Jackson, el tipo del 12, la había atacado a pocos metros de llegar a la Cornucopia, entre los árboles, sorprendiéndola por la espalda y matándola a golpes en la cabeza con una piedra, la sangre manchando la nieve en el suelo de manera grotesca. Finnick agradeció que la oscuridad de la noche no dejase ver con mayor detalle esa masacre. Marina no pudo ni gritar debido a que el tipo la tapo la boca desde el principio, golpeando con más fuerza cuando esta lo mordió, forcejeando hasta que el daño en su cráneo y la pérdida de sangre se lo impidieron. Murió varios segundos después de que la dejase a su suerte, tirada, temblando, la nieve cayendo sobre su cuerpo frío.
"Le desfiguraron el rostro a golpes...", razonó, sintiendo asco. No por Marina, sino por la cruel forma en la que dejó el mundo, con tan solo 16 años. Era una niña, con un futuro por delante...Todo era tan injusto. Siempre lo era, pero en esos momentos, mientras penaba su partida, le era más evidente.
Finnick no era de piedra. Por más que no fueron cercanos, él no podía ser indiferente a los horrores que vivió durante sus últimas horas de vida. Marina era su sexta tributo, su cuarta fallecida, y como todas, ocuparía un lugar perpetuo en su mente, corazón, conciencia...en sus pesadillas. Lory, Peggy, Sol, Mima, Annie, y ahora, Marina. De todas, Marina es-fue-la más chica, la del trasfondo más trágico, la que tenía más por ganar y menos por perder de salir viva...
-Gracias- pagó y se bajó del taxi, pasando de todos mientras se dirigía al piso 4. Tanto fue su conmoción por la muerte de Marina que, por primera vez desde que llegaron, olvidó por completo a Annie.
Conociéndola, estaría sufriendo la noticia tanto o hasta más que él. Ella era más sensible, volátil, y era su primera vez lidiando con una muerte en los juegos desde esa posición, la de mentor. Él sabía muy bien lo duro que pegaba ese primer golpe. Finnick llevaba 4 y le seguía doliendo lo mismo...
-Creí que no volverías-lo recibió Sena con voz recriminadora-. Ella está fuera de control.
- ¿Annie?
-Sí, Annie. ¡Me insultó, casi me pega!
-Eso es mentira...
-... ¡No me llames mentirosa!
-Annie no es una amenaza para nadie, si acaso para sí misma. Si te insultó, algo habrás dicho...- de eso estaba seguro, pues Annie no era grosera con nada ni nadie, ni siquiera con quien era ofensivo con ella.
-Solo la verdad- Finnick la miró mal, imaginando lo peor, pero antes de que pudiera interrogarla, agregó-. Salió y volvió hecha un manojo de nervios del bar, estresante, antes de la muerte de la chica. Se desmayó al ver la sangre, así que tuvimos que llevarla a su cuarto. Verás que incluso tú pierdes la paciencia cuando despierte...
- ¿Se desmayó y la dejaron así?
- ¿Qué querías que hiciera? Soy escolta, no enfermera.
-Los desmayos no se dejan así...
-... ¡Pues ve a verla! Dudo que la mate...
Finnick se ahorró el responderle, demasiado colérico como para permitirse soltar la lengua, pues sabía que podía meterse en problemas si le decía sus verdades. De todos modos, él sabía que era inútil. Querer hablar y razonar con Sena, y con casi cualquiera en esas tierras, era como tratar de hablar con una pared, sorda e insensible, rígida. No perdería el tiempo, lo valía más Annie.
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Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick Odair
FanfictionLa vida de Annie se quiebra cuando su nombre sale el día de La Cosecha. No tiene nada a su favor. Nada, excepto él: Finnick Odair, su mentor. ⚠️Advertencia: Esta historia contiene temas sensibles como representaciones gráficas de violencia, sexual...