Era el 4 de julio: el Día de la Cosecha.
A diferencia de otros distritos, no todos los habitantes del Distrito 4 estaban obligados a asistir a la ceremonia: con más de 100,000 personas viviendo allí, sería imposible. Los menores a la edad de elección que no tuvieran un hermano en la Cosecha, adultos sin hijos o familiares con su nombre en las urnas, ancianos sin parentela seleccionable o con alguna discapacidad que les dificultara abandonar sus hogares, discapacitados en general fuera del margen de edad para los Juegos: todos ellos podían contemplar desde sus hogares el acontecimiento anual, o enterarse de lo sucedido a través de los asistentes al día siguiente.
Para el resto, no ir era una sentencia de muerte. Se esperaba que los vencedores, participaran o no como mentores ese año, estuvieran allí, en el escenario, sentados junto a la Alcaldía: la silla vacía de Sol (desocupada a excepción de un ramo de rosas blancas y amapolas, fúnebre, idéntico al adorno en la silla vacía de Pacífica Davies) y Tiberius distanciaban a Annie y Finnick, pues el orden era cronológico. Annie era la última vencedora del Distrito 4 hasta el momento, haciéndola la última en la hilera.
Los años pasados se habían brincado algunas formalidades en la ceremonia, pero debido a la visita de alguien más por parte del Capitolio, además de Sena Jouvet, se decidió hacer todo en regla: temían haberse metido en problemas, y buscaban enmendarlo de ser el caso.
-Es el momento de arrepentirse, y también de dar gracias- recitó el alcalde con solemnidad antes de empezar a nombrar uno a uno a los vencedores de ediciones previas de los juegos: Mags Flanagan, decimoprimera y primera vencedora del Distrito; Ron Stafford; vigesimoprimero, Pacífica Davies, ganadora del primer vasallaje de los veinticinco; Tommy Dawson, trigésimo quinto; Seamus Ashworth, cuadragésimo octavo; Eddie Gulliver, quincuagésimo segundo; Finnick Odair, sexagésimo quinto; Tiberius Ward, sexagésimo sexto; Sol Lee, sexagésima octava, y finalmente, la décima en la hilera y septuagésima vencedora, Annie Cresta. Diez vencedores, seis hombres y cuatro mujeres, de quienes sólo ocho vivían. Los favoritos, Mags, Finnick y Tiberius, fueron quienes recibieron los mayores vítores por el público, contrastando terriblemente con las fallecidas y la menos favorita, Annie, quienes sólo obtuvieron un aplauso comprometido-. Nuestra tierra es bendecida con 10 vencedores, 8 de ellos prueba viviente de la misericordia del Capitolio hacia nosotros...
"Él no cree nada de esa mierda: no distinguiría una bendición de una maldición, aunque su estúpida vida dependiera de eso, el imbécil", pensó Finnick con odio y repudio, harto de ese circo hipócrita. Adornaban la plaza como si aquello fuera una fiesta, cuando en realidad iba a enviar a dos jóvenes al matadero: esa era la misericordia del Capitolio y su líder hacía ellos. Sus pensamientos se volvieron más sombríos a medida que la ceremonia seguía su curso: "Aunque, y por mucho que odie admitirlo, el imbécil tiene razón: somos la jodida prueba viviente de la piedad de Capitolio. Nos usan, nos venden, nos amenazan, nos vuelven locos, y cuando ya no servimos, se deshacen de nosotros: nuestras vidas miserables son la cumbre de la vida para cualquiera que nazca en un Distrito, lo máximo que pueden aspirar, el alcance de su "piedad", y eso es lo peor", reflexionó hasta que la voz de Sena enunciando la maldita frase de todos los malditos años lo devolvió a la realidad...
- ¡Felices Juegos del Hambre! Y que la suerte siempre esté de su parte. Como todos los años, las damas primero- la mujer se acercó a la urna femenina y con su mano enguantada empezó a revolver hasta por fin decidirse en un papelito. Antes de Annie, todos hubieran dado por hecho que ella no iría, pero tras ese desafortunado incidente, ya nada estaba escrito-. Mireya Vero- hubo murmullos en el grupo de las niñas de 13, y el corazón de Finnick se encogió. "Por piedad, que alguien se ofrezca", pensó, horrorizado ante la idea de cuidar de una niña tan pequeña en los sangrientos Juegos del Hambre. Justo cuando los agentes estuvieron a punto de intervenir y escoltar a la menor, la vida atendió sus súplicas.
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Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick Odair
Hayran KurguLa vida de Annie se quiebra cuando su nombre sale el día de La Cosecha. No tiene nada a su favor. Nada, excepto él: Finnick Odair, su mentor. ⚠️Advertencia: Esta historia contiene temas sensibles como representaciones gráficas de violencia, sexual...