Amistad leal

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La habitación, antes llena de voces estridentes chismorreando, quedó en un silencio sepulcral ante la grotesca imagen del cuerpo desmembrado- decapitado- y el grito de horror que le siguió a este, tan crudo y desgarrador que, junto a la imagen fúnebre, lograba taladrar en la conciencia de todos, aun tras la protección de una pantalla.

Ese tipo de muerte, cruel y repulsiva, era rara vez perpetrada en los juegos, y aquella había sido quizás la toma más gráfica de la misma desde los juegos de Haymitch, 20 años atrás...Y ni siquiera entonces Haymitch había tenido que ser salpicado por el cuerpo, mucho menos sentir el peso del muerto sobre él...

Finnick no había podido mantener la mirada en la pantalla demasiado, la imagen superando su propia experiencia con cuerpos y por mucho, y notó como muchos vencedores palidecían mientras imitaban su conducta, apartando la mirada como si con eso pudieran ignorarlo. Los ojos de los más sádicos se encendían con fuego infernal, deseosos de ver como continuaba la sanguinolenta tragedia, su silencio rozando más a lo expectante y respetuoso, que a lo perturbado del resto. Logró ver con el rabillo del ojo como la escolta del doce, Effie, se desmayaba, siendo atrapada por un sorprendentemente sobrio Haymitch Abernathy, quien se la llevó en brazos de vuelta a su piso... ¿Podía la impresión bajarte la borrachera? Niños, llevados por sus inconscientes padres a ver los juegos, lloriqueaban, mientras que los mismos trataban de quitarle peso al asunto, para disgusto de los vencedores...

Uno solo podía preguntarse lo terrible que debía ser estar en el lugar de Annie, quien seguramente, estaba por correr un destino similar y ni siquiera podía reaccionar para defenderse. Llorosa, temblorosa y cubierta en sangre de su aliado, ¿Qué podía hacer la pequeña Annabel Cresta para defenderse de tres Profesionales?

"¡Corre, maldita sea! ¡CORRE!'' Maldecía Finnick al borde de un ataque nervioso. Los 3 verdugos parecían impresionados de sus propias acciones, quietos, lo cual le hubiera dado una oportunidad de huir si no fuera por su casi catatonia. No era su culpa, lo sabía, pero sí que era frustrante...

Y entonces, se movió. Annie, quien hasta entonces había estado en shock mirando el cuerpo muerto en su regazo, lo apartó y se levantó, largándose a correr antes de que Marcel pudiera ponerle la mano encima para frenarla.

- ¡VAS A MORIR, MALDITA PERRA!

Annie no se atrevía a voltear, corriendo sin rumbo fijo entre los árboles del bosque, sintiendo como si a cada paso que se alejaba, ellos se acercaban 10. De repente, algo se encajó en su tobillo, haciéndola caer de pecho en el suelo y sangrar. Eran cuchillas de un látigo, uno de escápelos, para ser precisa. Era de Gemma.

La rubia, que no se podía ver donde estaba por la distancia, empezó a jalonear de él, arrastrándola y cortándola en el proceso, las cuchillas encajándose cada vez más en su piel, desangrándola. Annie gritó, arrojando un cuchillo a ciegas a la dirección de donde la jalaban, pero al parecer fue en vano pues los tirones no cesaron. Si seguía peleando y forcejeando le arrancarían el pie, así que optó por dejarse tirar y ya. Estaba harta. Ya estaba mareada, si era por desangramiento o impresión le era irrelevante, y quería acabar con todo de una buena vez, sin importar cual fuera el maldito resultado...

Finnick observaba al borde del llanto como la chica era arrastrada hacia su muerte, la pelirroja tan solo sollozando y gritando del dolor, el cual debía ser espantoso a juzgar por cómo las cuchillas se habían clavado en su tobillo izquierdo. A ese punto, él incrédulo de Finnick rogaba por un milagro, ¿A quién? No sabía. No le importaba. Solo quería que ella saliera viva, que pudiera burlar a la muerte una vez más...

-... ¿No extrañas a tu amigo, sirenita? ¡Tranquila, te llevaremos con él! – se burló Gemma con sorna, mientras que con ayuda de Marcel se dedicaba a jalar para arrastrar a Annie, quien ya ni siquiera peleaba.

Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora