La Sirena de Panem

444 20 2
                                    

-Las damas como tú se levantan con el sol, querida.

La cantarina y estridente voz de Sena la despertó de sus ensoñaciones. Bufó cuando arrancó las sábanas que la envolvían de forma insistente, diciéndole que el desayuno estaba esperando.

-Y será mejor que estés presentable para el resto. Tu cabello será precioso, bonita, pero enmarañado como lo tienes apenas luce.

Annie sabía que incluso queriendo, le sería imposible volver a quedarse dormida. Era mejor obedecer.

-Gracias, señorita Jouvet. ¿Me dejaría a solas para cambiarme?

- ¡Desde luego, querida! Y llámame, Sena. No hay porque ser tan formales, por más adorable que sea. Cualquier cosa, Dia está para ayudarte- Dia era una avox que, ahora entendía, estaba a su disposición. Annie asintió cohibida antes de alzarse a buscar su vestido. Agradecía que lo hubiesen lavado y planchado en vez de darle algo nuevo, siendo la moda del Capitolio aún muy extraña para su gusto.

Se peinó con lentitud, desenredando sus cabellos rojizos y acomodándolos con su peineta blanca. Buscó entre todos los perfumes del tocador el más parecido al que llevaba en casa, y tras colocarse los zapatos, se encaminó a donde los demás ya se encontraban desayunando, parloteando sobre lo que llegarían a hacer.

- ¡Buenos días, Annie! Justo a tiempo para escuchar- saludó Finnick, mientras la chica tomaba asiento al lado de Wade, frente al rubio.

-Creía que les daban un día de descanso, por el 12: está lejísimos-Mags negó suavemente lo dicho por Seaver a la vez que untaba mermelada a su tostada. Finnick, viendo que Mags estaba ocupada, explicó.

-Ellos muy a duras penas, pero todos llegan hoy. Hoy mismo desfilan, en la noche, y aunque lleguemos a buen tiempo, lo más probable es que esta sea su única comida en el día. Aprovechen- se dirigió en específico a la pelirroja, quien apenas tenía estómago por los nervios.

-Es un mal necesario. Si comieran tan cercano al evento estarían hinchados, algo nada estético. La gente tiene que ver su mejor versión, queridos: más los patrocinadores- explicó Sena como si fuese lo más lógico del mundo. Para ella, lo era.

-Coman lo que puedan. En la arena ocuparán el peso extra. Igual y ni habrá comida: deben poder pasar días sin comer- dijo la anciana casi a modo de orden, y ni Wade o Annie iban a desobedecer.

-Sena tiene un punto: tienen que atraer a la audiencia. Los Juegos, por más estúpido que suene, son el reality show favorito del Capitolio, y entre más entrañables sean, más probable es que reciban cierta "ayuda", incluso de los vigilantes, pues mejorarán el rating. Son tan mierda que buscan personajes interesantes en los niños que mandan al matadero, así que su ventaja es ser ese personaje al que quieran ver vivo, y no uno más del montón- el tono de Finnick era hostil, pero no hacia ellos: era casi como si le hablara al Capitolio, la rabia inundando sus ojos verdes. Sena se removió incómoda y se excusó, sintiéndose aludida.

-Finnick...

-...Tranquila, Mags: no le dirá nada. Nunca dice nada, o bueno, nada que no sea sobre ella.

- ¿Decirle a quién? - se le escapó preguntar a Annie, arrepintiéndose al momento por poder ser imprudente. A Finnick no pareció molestarle, al menos.

-A alguien que pudiera meterme en problemas, Annie. Nada que los comprometa a ustedes: jamás haría eso. Pero por lo mismo, dejamos esta conversación hasta aquí, ¿sí? Coman, que llegaremos en menos de lo que esperan.

Y así fue.

En una hora o menos lograron visualizar por las ventanas el Capitolio en todo su gran esplendor de derroche y extravagancia moderna. El 4, a pesar de ser el quinto distrito más rico, no se comparaba en lo más mínimo a aquel lugar. Era precioso, sí, pero todo, desde las personas hasta las plantas que adornaban los lugares públicos, era artificial, sin vida alguna. Annie no se imaginaba una vida así, en un hogar tan frío y plástico.

Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora