¿Necesitas un aliado?

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-Tú y Annie se preocupan fácilmente- Marlowe intentó disimular su sobresalto, pero, aun así, ella se rio-. Lo siento, no quería asustarte. Hola.

-Annie está en la playa- contestó secamente. Marisol sonrió, pero sus ojos parecían tristes.

-Lo sé, y voy allí también. Te vi y quise saludarte.

- ¿Por qué?

- ¿Educación? - ironizó ella, avergonzándolo por su brusquedad.

- ¿Por qué crees que Annie y yo nos preocupamos fácilmente? Es verdad, pero ¿qué te hizo decirlo?

-Sus caras. No son como la gente de aquí: no son buenos fingiendo. Es fácil adivinar por qué Anne está preocupada, ¿pero tú? ¿Qué te preocupa?

-Anne, por supuesto- respondió con naturalidad, suspirando-. Siempre me preocupa, pero actúa como cuando tiene un mal presentimiento.

- ¿Un mal presentimiento?

-No digo que algo malo vaya a pasar, digo que ella parece creerlo, y como ya no me habla de sus problemas, tal vez tenga una razón para estar preocupada y yo lo ignoro.

-Siento no poder ayudarte con tu paranoia, pero aquí siempre hay un motivo para preocuparse, sobre todo si eres un vencedor. Independientemente de si haya motivo o no, necesita estabilidad. Dale eso. ¿Qué más puedes hacer, honestamente? Su calma se fue con Finnick, y regresará hasta que él lo haga.

-Me temo que es cierto: no sé cómo sentirme al respecto.

-Feliz de que esté de su lado: es el mejor hombre que conozco- la chica no pudo contener una carcajada al notar la mueca en el rostro de Marlowe-. ¡No puedes ni disimular tu desagrado! Como dije, se nota que todavía no son muy de aquí...

-...Lo cual tiene sentido, porque no pedimos estar aquí. Annie no se ofreció como voluntaria, y ninguno de nosotros quería involucrarse en juegos en primer lugar, nunca. Fue solo mala suerte, o al menos eso es lo que prefiero creer. Odair me dejó claro que podría haber sido culpa de alguien- Marisol se sentía nerviosa al borde del llanto, pero sabía cómo ocultar sus emociones. Después de todo, ella era una vencedora: lo hacían para vivir-, pero prefiero culpar a la suerte. Da lo mismo: no actuamos como los de aquí porque no deberíamos estar aquí: tan sencillo como eso- Marisol suspiró, abrazándose a sí misma mientras se cruzaba de brazos.

-De verdad nos odias, ¿no? Qué pena: a Annie la considero una amiga, y aquí es muy querida, a pesar de todo. Tal vez saber eso no te anime, pero ambos necesitan aliados si quieren durar más de 2 años. Si incluso con aliados es difícil, jugar en solitario es casi imposible, especialmente aquí, donde todos temen por sus seres queridos, y por sus vidas, claro: ¿qué más da sacrificar a quien consideran un extraño? Solo hablo de lo que sé, ¿sabes? Y aunque a Annie ya la quieren, no quiero que te consideren un extraño. A ella la quiero, y tú me gustas- antes de que pudiera convencerse de que había querido decir "me gustas" como en amigos, Marisol le guiñó el ojo, antes de despedirse-. ¡Nos vemos, Marlo!

- ¡No puedes irte solo así, Sol! - reclamó él, sonrojado hasta el cuello, sacándole una risita.

- ¡Tu hermana me espera y tengo una boda en la noche para la que arreglarme! ¡Mírame! ¡A la otra, se amable y te invito! - lo retó una vez más antes de irse, pues no quería dejar esperando a Annie y su amiga rubia por mucho más tiempo. La chica de afuera y ella habían convencido a Annie de salir un rato, lo cual era bueno, en especial considerando el hecho de que esa noche era la gala donde Snow, misma que no se televisaba tanto, y, por ende, quedaba en completo misterio para los que no asistían. Eso tenía a la pelirroja de los nervios, y sin bien era natural, también resultaba infructuoso, pues sinceramente, ¿qué podían hacer?

Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora