Confrontación

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- ¿Y Finnick? - preguntó Kyle extrañado. Para bien o para mal, su mentora siempre estaba con él, y era extraño verla sola, incluso si solo estaban comiendo.

Annie suspiró al recordarlo dormir incómodamente en un sillón de su cuarto, pues al parecer él había preferido pasar el resto de la noche allí que volver a la cama con ella. Aun dormido, Finnick parecía cansado, y sin saber qué más hacer, la pelirroja tomó una frazada y lo cubrió delicadamente con ella, arropándolo. No quiso despertarlo de golpe, por más que fuera solo para moverlo de un mueble al otro.

-Supongo que sigue dormido, ¿Y Marina? - no le pasó desapercibida la ausencia de la rubia. Kyle se encogió de hombros.

-Dijo que seguiría entrenando. Ella está muy obsesiva, por más que va bien...-Annie asintió sin saber que decir al respecto. Ella lo entendía: eran sus esfuerzos para salir con vida...1/24 eran pocas chances de sobrevivir, y ella lo sabía.

- ¿Y cómo te fue a ti?

-Bien, supongo. Casi dan pena los del 12. Creo que había pesas más pesadas que los dos juntos, y eso que no son chicos...

-...Eso es triste...-él chico frunció el ceño, confundido-. Que sean tan delgados. El 12 era triste. Todos parecían muertos de hambre, grises...-recordó lúgubremente, su mirada perdiéndose en los recuerdos del nevado y ceniciento Distrito 12, desconectándose por varios segundos, quizás minutos, de la mesa que compartía con Kyle, quien no sabía qué decir.

Annie era tan linda como rara, y cada vez que hablaban confirmaba que, si bien no al grado que las malas lenguas del 4 decían, sí que estaba ida, por decirlo de un modo amable. A él no le desagradaba, al contrario: era dulce...pero extraña. Él no se imaginaba esa actitud tan compasiva de una vencedora de los juegos del hambre...pero bueno, quizás era parte de su rareza.

Ahora se preguntaba, ¿Era ella quien procuraba mantener a Finnick cerca, o viceversa? ¿Ella buscaba la fortaleza de él, o él valoraba la dulzura de ella? Quizás eran ambas...

No que le importara, era asunto de ellos.

-Pues sí, una pena por ellos...pero nos facilita las cosas- Annie regresó en sí por el cruel comentario, sintiendo ganas de regañarlo...pero sabía que era inútil. Él, al igual que Marina, estaba viendo por su supervivencia, y no podía juzgarlo duramente por eso, incluso cuando soltaba cosas de ese estilo.

- ¿Lograste hablar con alguien? – decidió cambiar el tema, deseando que Sena o Finnick llegasen. Era difícil hablar de cosas relacionadas a los juegos, pero no quería tocar temas personales tampoco, pues no quería encariñarse en lo mínimo. No se haría eso así misma otra vez.

"¿Así se sintió Finnick cuando fue mi mentor?", pensó Annie con cierta culpa, pues en realidad sabía que para él fue peor, pues ellos se conocían de antes y ella no fue precisamente evasiva con él, sino que, todo lo contrario, lo había hasta besado. "Con razón estaba tan desesperado por salvarme..."









Finnick despertó ansioso, golpeando por acto reflejo a quien le despertó, avergonzándose al notar que le había dado un manotazo a Sena.

-Lo siento, Jouvet...-fue lo primero que dijo, arrepentido. Ella parecía furiosa.

- ¡Salvaje!

-No fue a propósito, lo juro. Ni siquiera vi que eras tú.

-Pero lo era...

-...No volverá a pasar, lo prometo....

-...Eso no lo puedes prometer...-ella bufó al ver su expresión arrepentida, deseando poder seguir enojada. Pero sería injusto, él parecía genuinamente arrepentido-. En fin, ya es tarde. Sé que llegaste de madrugada, pero no se vale que duermas todo el día...

Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora