Annie no dejaba de pensar en el casi-beso mientras la arreglaban.
¿Qué hubiera ocurrido de no haber sido interrumpidos? ¿De verdad la hubiera besado, o se habría apartado como las otras veces? ¿Quería ser besada por él en primer lugar? "No sé", era la primera y única respuesta que llegaba a esas interrogantes. La realidad es que aquel era terreno desconocido para ella, y Finnick tampoco parecía tener mucha idea de qué sentía.
"Le importo, con eso me debe bastar..." se callaba a sí misma, pero no se lo creía del todo.
Finnick sí que se preocupaba por ella...pero no sabía si eso era suficiente.
"Me gusta que me abrace por las noches", recordó con un sonrojo como su calor piel con piel la salvó durante su estancia en los distritos nevados, como sus brazos y suaves palabras la habían arrullado hasta ahuyentar los terrores nocturnos. Debería avergonzarla reconocer el nivel de calma en ella que dependía en que Finnick estuviera cerca para consolarla...pero empezaba a sospechar que no era unilateral. Él también parecía más tranquilo con ella a su lado, confirmando su bienestar...
- ¡Luces encantadora, querida! - aquel era el primer cumplido que Sena le hacía en mucho tiempo, y ella decidió tomarlo en vez de cuestionarla.
Annie no se sentía encantadora: la falda, si bien menos voluminosa después de sus quejas en la mañana, seguía siendo algo grande y larga para su gusto, y el corpiño era tan ajustado como un corsé, marcando su busto al punto de que lucía vistoso a pesar de ser menuda. La tela negra y con lentejuela del mismo tono y brillo dorado centelleaba a la luz, y el corpiño-corsé estaba adornado con un sinfín de aplicaciones de perlas, estrellas y conchas marinas de oro pálido. Su cabello lo llevaba recogido en un moño desprolijo, dejando su cuello desnudo expuesto.
A pesar de estar cubierta entera de la cintura para abajo, se sentía casi desnuda. ¿Por qué en un lugar donde se aborrece tanto la apariencia humana era tan atractiva la piel?
- ¡Quita esa cara larga! Luces preciosa, Annie. ¿Qué no te gusta? - "Todo".
- ¿De verdad no puedo usarlos? - miró el collar de Finn y la pulsera de Wade. Ninguno era suyo...pero entrometida como era, ya se los había apropiado como amuletos. Ambos representaban a los chicos que la cuidaron en la arena, a quienes les debía seguir viva...
"Como si te gustara seguir viva..."
-Si me gusta.
- ¡Entonces sonríe un poco! - Annie ni siquiera notó que lo había dicho en voz alta. ¿Qué era esa voz en su cabeza? ¿Quién era?
Sonaba a ella, solo la escuchaba ella... ¿Pero por qué se trataría tan mal a sí misma?
-Lo siento...
-... ¿Pides perdón por todo? - esta vez fue Jamila la que habló mientras que le acomodaba una peineta negra en el moño. Era una réplica de la de sus padres...pero en color negro.
-...Yo...
-...Si, lo hace seguido. Te acostumbraras- respondió Sena por ella, su vista clavada en el teléfono.
Annie bufó, mejor quedándose callada. ¿Por qué la trataban como a una mocosa? Ella sabía que era mucho menor que ellas... Pero, ¿Qué sabían ellas de ella? ¿Qué tan niña podía ser después de los Juegos?
"Nada. Los niños son inocentes, tú no. Tu mataste... ¡Mataste hasta a tus padres! ¿Qué niña haría eso? Eres un ser miserable..."
-Cállate...-Sena y Jamila la miraron indignadas, aunque la primera se calló al ver que la pelirroja estaba al borde del llanto, temblando. Era obvio que no lo había dicho con intención de ser grosera con ellas. Sena incluso se preguntó a quién se lo había dicho...
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Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick Odair
FanficLa vida de Annie se quiebra cuando su nombre sale el día de La Cosecha. No tiene nada a su favor. Nada, excepto él: Finnick Odair, su mentor. ⚠️Advertencia: Esta historia contiene temas sensibles como representaciones gráficas de violencia, sexual...