Durmiendo por fin

167 14 6
                                    

- No me malinterpretes: me alegra que estés aquí, pero es raro, casi sospechoso. Normalmente te vas por semanas, no por días.

-Sí, a mí también me extrañó.

- ¿Deberíamos preocuparnos?

- No, amor, no deberíamos, menos tú.

-Si te afecta a ti, me preocupa a mí.

Hablaban en voz baja en la oscuridad tras darse cuenta de que ninguno estaba durmiendo en primer lugar, a pesar de ser de madrugada. Primero trataron de disimular su insomnio, pero cuando Annie se movió, haciéndole cosquillas a Finnick por accidente, ambos rieron, él primero, seguido por su pequeña risa de disculpa. No querían romper el "silencio" reconfortante de la costa, de ahí que susurraran.

Finnick ya había estado en el Distrito 4 durante 5 días, y aunque la pregunta había estado en la mente de Annie desde el día 1, la había evitado para estar tranquila, no queriendo arruinar el momento con sus miedos. Si bien parte de ella hubiera preferido seguir fingiendo ignorancia, la realidad era que le pesaba más su imaginación al querer adivinar que lo que le afectaría la respuesta...o al menos eso esperaba.

-Prefiero ocuparme de las cosas que preocuparme por ellas, Ann-empezó él mientras le acariciaba la mejilla, sonriendo cuando ella besó su mano con dulzura antes de que pudiera apartarla.

- Ojalá tuviera esa energía- suspiró ella, haciéndolo sonreír con tristeza. Sabía, por la forma en que su hermano y Meghan hablaban de ella, que Annie solía tener esa energía antes y que el Capitolio se la había robado con todo lo que le había hecho desde que su nombre salió en la cosecha-. ¡Lo digo en serio! Solo tú consigues comprometerte tanto en menos de 1 semana aquí...-comentó risueña, recordando la lluvia de asuntos sociales a las que Finnick había quedado de asistir los días siguientes. Él se encogió de hombros, algo sonrojado.

-El día tiene muchas horas: no tengo excusa para decir que no. No puedo culparlos: la mitad de ellos no me ha visto en meses, y probablemente estaban contentos por eso; la otra mitad puede necesitar algo, y yo podría serles útil- varios amigos y conocidos lo querían en sus reuniones, o en sus bodas o demás eventos, la mayoría probablemente en busca de algún favor que, francamente, no les negaría, pues la vida en el muelle no era sencilla y a muchos les vendría bien, en especial a los que tenían o esperaban bebés-. Aunque yo solo decía que no deberías gastar tiempo y energía en preocuparte por cosas como esas...- "menos cuando no pienso dejar que te pase nada", pensó mientras le daba un beso en la frente, pero no se atrevió a decirlo por temor de que la inquietara más. Ella no tenía que preocuparse por nada de eso, menos con él a su lado-. ¿Es por eso que no te has dormido todavía? ¿Estabas pensando en eso?

-Siempre he tenido insomnio: no puedo culpar a Snow de eso, solo de las pesadillas. Pero no, en realidad estaba pensando en Sol...

Ella había sido otro tema evitado por su bien mental y emocional los últimos días. Por suerte, no la han visto desde que Finnick regresó. No saber de ella les hubiera estresado de no ser por el mundo en que vivían: si algo malo le hubiera ocurrido, el 4 no se hubiera quedado callado por mucho tiempo y se habrían enterado. Marisol solo se había estado escondiendo de su vista, y honestamente, había sido lo mejor por el momento, pues el asunto era muy reciente como para tratar de arreglarlo como adultos.

- Debí haberte dicho primero. Honestamente, debería haber convocado una junta vecinal y habérselo dicho a todos: podría haber hablado con Snow sobre cualquiera en la isla sin que ellos se dieran cuenta...- dijo arrepentido, pero con firmeza, pero ella se apresuró a negar con la cabeza.

- No: hiciste bien en no decírmelo antes que ella, y en no decírselo a nadie más- aseguró ella suspirando, abrazándose más a él-. No sé qué te dijo, pero no me dio ninguna pista para creer que delató a alguien más o de que Snow le haya preguntado sobre los otros vencedores, que de todos modos viven vidas tranquilas. Si ese es el caso, exponerla con los otros vencedores solo la hará sentir aún peor y hará que se alejen de ella por repudio, y no quiero eso... ¿o tienes un motivo para pensar que deberíamos avisar al resto? – preguntó mirándolo a los ojos, buscando honestidad. No es que lo creyera capaz de mentirle por maldad, simplemente que, al igual que ella, estaba herido, y sintiéndose así podía dejar de ser objetivo. Aunque pudiera parecer que sí, ella no lo estaba siendo: le tenía empatía y no tenía la voluntad de continuar esa discusión, eso era todo...pero claro, mientras que ella tendía a la pasividad, él lo hacía a la acción, y las acciones tienen consecuencias, a veces, permanentes. Él no podía no pensar bien su actuar, menos si terceros salían mal parados. Finnick suspiró, negando con la cabeza. Estaba siendo honesto.

Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora