"Amantes"

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A kilómetros de Annie, Finnick finalmente comenzó a preguntarse qué pasaría una vez que llegara al Capitolio...

Apenas llegaría a tiempo al baile del Presidente, pero con Johanna allí, no se le ocurría un buen final para el viaje: ella no debería estar allí, y probablemente lo sabía, y esa es la razón por la que se aferró a él en el 4, y por qué entró en pánico cuando no los acompañó al resto del Tour como era esperado. A pesar de su fachada valiente, Johanna todavía era sólo una niña perdida y asustada en su nuevo mundo...o quizás no. Honestamente, esperaba que ese no fuera el caso. Finnick ya sentía una gran responsabilidad por ella y eso sólo empeoraría las cosas.

Si ella estaba allí, eso significaba que sintió que tenía que asistir al baile, no por interés personal, sino como obligación: eso lo sabía sin necesidad de pruebas o aclaraciones, aunque no lo consolaba en lo mínimo. Johanna era una alborotadora, , pero no era estúpida: mató a un hombre del Capitolio, debe saber que allí no es bienvenida más allá de sus obligaciones como mentora. Si se atrevía a pisar una tierra donde más de uno la odiaba a muerte y donde todo extranjero era menos que humano a ojos de los locales, era porque alguien más importante que quienes la podrían maltratar la había invitado, u obligado a ese evento.

¿Snow todavía pretendía intentar obligar a Johanna a prostituirse? En caso afirmativo, no sabía cómo se las arreglaría, porque había matado a toda su familia, y nadie más parecía ser importante para ella. Parecía lo suficientemente orgullosa como para preferir morir antes que ser explotada, y aunque no la juzgaría por elegir vivir como esclava en lugar de morir, no parecía propio de ella.

Pero bueno, no la conocía bien: lo que habían vivido juntos confundía a su corazón sensiblero, pero la realidad era que Johanna estaba más cercana a ser una extraña de quien sabía demasiado, que una amiga. Más allá de su pueblo junto al mar, él no tenía amigos, solo aliados, y era momento de que su corazón lo comprendiera...sonó el teléfono del tren, haciéndole saber que no era nadie quien le importaba, y que tenía que tener cuidado con sus palabras: era del Capitolio.

- ¿Dónde carajo estás? - "Jouvet, por supuesto. Ella sigue siendo la escolta del 4", pensó un tanto aliviado: no había estado listo para enfrentarse a Snow ni siquiera a través del teléfono-. ¡Estás tarde! ¡Se suponía que llegarías con el vencedor, Odair!

-Ya lo sé. No soy tu problema: tu trabajo es escoltar tributos y vencedores, y ambos sabemos que no vengo a cumplir con ninguno de esos roles. No te preocupes...

-... ¡No hagas nada estúpido! - fue lo último que dijo antes de colgar, y Odair suspiró. ¿Es que no sabía más que decir obviedades? Supuso que todavía estaba resentida por su rechazo a su intento de asistir al baile como su pareja hace un par de meses: le dijo la verdad, que un vencedor tan codiciado como él no podía llegar con una escolta, que no era personal, pero igual trató de abofetearlo: no que se arrepintiera.

Pero fue un buen consejo, sin importar de quién lo recibió: la última vez que hizo algo estúpido por Johanna, Sol murió. No podía arriesgar a nadie en casa por ella, ni tampoco por nadie allí. No lo haría nunca más. Tenía que marcar bien ese límite.





(...)



-Entonces, ¿cuándo te casarás?

-No seas tonta, Meghan.

- ¡No estoy haciendo el tonto! Llevan 2 años juntos, y ahora...esto: ya escucho las campanas- Annie se arrepintió de haberle preguntado sobre qué tomó para no quedar embarazada en el momento en que empezó a bombardearla de preguntas indiscretas que se negó a responder: lo único bueno es que confirmó que no tenía que tomar nada extraño pues, en teoría, no había riesgo-. Pero ya en serio, ¿no han pensado en eso? Ambos siempre han sido tan cercanos, y ahora están más unidos.

Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora