- ¿Cuándo volveremos a casa, tío Finn?
- ¿Te estás aburriendo de mí, Doris?
-No, pero extraño a mamá. Y a papá. Miriam también los extraña- se quejó la pequeña mientras caminaban rumbo a la escuela. El verano moría, y las vacaciones habían llegado a su fin. Las niñas llevaban a su cuidado casi 3 semanas, y aunque no se quejaba, él también empezaba a preocuparse, en especial porque su papá solo las había visitado 1 vez. Era extraño, por decir lo mínimo, y tanto Annie como Mags pensaban lo mismo. Estaba empezando a preocuparse, pero no podía demostrarlo frente a las niñas. Él era el adulto, no podía quebrarse.
-Y ellos también las extrañan, pero saben que lo correcto es evitar que enfermen- la abrazó para consolarla al ver cómo sus ojos se aguaban, odiándose a sí mismo por haberlo provocado-. ¿Qué quieres hacer saliendo de clases? Miriam no me dijo- la mayor se encogió de hombros, claramente entristecida por sus padres.
- ¿Podemos ir por pastel y helado? - pidió con su voz más tierna, haciéndolo negar divertido: sabía que un adulto responsable se negaría, pero él también adoraba comer dulces. Además, tenía que ver a alguien y el plan le convenía. Asintió, haciéndola brincar de emoción-. ¡Gracias, tío Finn!
- ¿Vendrá Annie con nosotros? - preguntó Miriam con curiosidad, ensanchando su sonrisa. Las pequeñas se habían encariñado de ella con facilidad, algo que no le sorprendió, pues él consideraba a Annie como una de las personas más adorables del mundo, y claramente sus sobrinas no serían la excepción.
-Si me da tiempo de invitarla y ella tiene tiempo, puede ser que sí. Aunque creo que irá con Marlowe a pescar- cuando se lo contó, Finnick tuvo que morderse la lengua para no soltar un comentario en contra de ese plan: los hermanos Cresta tenían una facilidad para agarrarse a pelear por lo más mínimo cuando estaban solos, de modo que imaginarlos solos en un bote por horas alejados del mundo le pareció una receta para el desastre, pero por supuesto, ¿quién era él para meterse? Solo le quedaba esperar lo mejor. Quizás los estaba juzgando mal...aunque lo dudaba.
-Ojalá sí: necesita alegrarse- el comentario de Miriam lo tomó por sorpresa. ¿A qué se estaría refiriendo? Annie no había hecho más que esforzarse por mostrarse alegre y dulce con ellas, y él se había esforzado por dibujar una vida normal en la caótica Isla de los Condenados. ¿Habían fallado? -. Sus dibujos daban miedo. Nadie feliz dibujaría cosas así- el rubio solo asintió, intrigado. No podía estarse refiriendo al retrato de Sol, así que supuso que las niñas, para variar, habían encontrado algo más que decidieron no comentar en el momento -. Parece temer de ser observada.
-Un miedo razonable- la defendió, aunque sabía que Miriam no había querido ser juzgona-. También odio que me observen, y ni siquiera soy tan tímido como Annie...
- ¿Odias que te miren? ¡Pero no pareces molesto, y eso que siempre te miran! - preguntó la pequeña confundida-. Mamá se pone de mal humor cuando entro en la casa cubierta de arena. Dice que odia que haga eso...-explicó su razonamiento.
-Eso es porque Nora tiene mal genio. No puedo enojarme por lo que odio y sucede de todos modos: si fuera así, ¡no estaría aquí! - respondió con sencillez, y antes de que las niñas pudieran preguntar a qué se refería exactamente, llegaron a su destino-. Sean amables con todos: no hay razón para ser grosero con nadie, ni siquiera con aquellos que no nos agradan- ambas asintieron, y tras abrazarlo una vez más, sus primas entraron a la vieja escuela que hacía años tuvo que abandonar.
Se alegraba de que al menos algunos de los miembros de su familia no fueran basura o estuvieran condenados a la miseria: los pocos que no habían sido ninguna de esas dos cosas eran los muertos. Todo, desde las pesadillas y los traumas del pasado hasta el constante abuso de su presente, valía la pena siempre y cuando sus primas pudieran crecer felices, sanas y salvas...por lo cual tenía que asegurarse de que sus estúpidos tíos no fueran los que tiraran sus esfuerzos de darles una vida normal por la borda. Le fallaron a él, pero no dejaría que le fallaran a sus hijas. Y ese era el motivo por el que se dirigía al hospital, para ver qué pasaba...
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Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick Odair
FanfictionLa vida de Annie se quiebra cuando su nombre sale el día de La Cosecha. No tiene nada a su favor. Nada, excepto él: Finnick Odair, su mentor. ⚠️Advertencia: Esta historia contiene temas sensibles como representaciones gráficas de violencia, sexual...