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"No vayas a la Cornucopia, toma lo que esté a tu alcance. Busca conseguir un cuchillo. Encuentra agua y refugio. Escóndete de los demás. Solo ataca para defenderte..."

Eso le había dicho a Marina antes de abrazarla y dejarla ir.

La arena era extraña, fría. Para nada un lugar parecido a casa.

Las montañas le recordaban al Distrito 2, y quizás fue intencional darles la ventaja de estar familiarizados con el ambiente. Después del año pasado, un vencedor del distrito 2 sería reconfortante: algo más acorde al patrón que todos conocían, les gustara o no.

"Brutus estará contento", pensó mientras recordaba su rabieta por la victoria de Annie sobre Marcel. Sí, quizás querían calmar el orgullo del ególatra Distrito 2. Finnick siempre pensó que, de la triada de distritos favorecidos, el 1 el favorito del Capitolio, el 2 el del presidente Snow, y el 4 el que se había ganado su lugar después de la guerra, no antes como los otros dos. El raro entre los tres, el reemplazable. Que nunca les dieran ventajas por sobre el 1 y 2 era prueba de ello.

La Cornucopia estaba en un claro, y el escondite más cercano estaba a varios metros de distancia. La primera muerte fue un pobre bruto del 10, quien salió cuando el contador marcó "1" y no cuando sonó el gong, volando en pedazos al instante. Finnick tragó grueso al ver los miembros del chico volar a diferentes puntos del campo, y al parecer la visión fue demasiado grotesca para las dos chicas a su lado, quienes se quedaron paralizadas mirando los restos desmembrados. Una de plano vómito, demasiado asqueada.

Su lentitud para correr fue lo que las condenó.

Una tenía al lado al chico del 1, quien no tardó en abalanzarse sobre ella, ahorcándola hasta que sonó el cañón, pues la diferencia de tamaño le impidió defenderse. La otra si pudo intentar correr, pero la chica del 2 no tardó en alcanzarla y apuñarla a muerte. La chica del 1, Kyle y el chico del 2 no tardaron en sitiar los perímetros de la cornucopia, apartando a los pocos que habían tenido intención de tomarla.

El cuarto muerto del baño de sangre fue a manos de Kyle, quien alcanzó con una lanza a la chica del 12, quien había querido robar una mochila. Marina le arrebató la bolsa al cuerpo antes de correr rumbo a los árboles. Si Kyle lo había hecho a propósito para facilitarle la mochila a Marina, o si tan solo fue una casualidad afortunada era un misterio.

4 muertos en los primeros 5 minutos. El resto fue inteligente y corrió hasta llegar a diferentes puntos del bosque, donde los pinos les servían para esconderse.

Quedaban 20.

Al menos Kyle y Marina eran parte de esos 20.

-Señor Odair- escuchó a uno de los agentes llamarlo. Ya era hora de que tomaran su aerodeslizador de vuelta al Capitolio.

-Voy, Silas. Gracias- el uniformado lo siguió mientras avanzaban, aunque al menos procuró darle espacio personal al caminar. Desde que se separaron para ir a ver sus respectivos tributos, Finnick contaba los minutos para volver donde Annie.

No le gustaba que ella estuviera sola allí, donde tanto la habían lastimado, donde él sabía, eran capaces de herirla más...y por eso mismo su ansiedad se elevó a niveles cardiacos cuando, al llegar, notó que ella no estaba con el resto.

"Viene en camino", trataba de consolarse así mismo, pues sabía que no podía ir a buscarla, no sin dar unos minutos de espera a que llegase. No podía evidenciarlos tanto por una falsa alarma. Algunos todavía faltaban por llegar, así que quizás no era para preocuparse... ¿Verdad?

"¿Y si le hacen algo en lo que espero?", lo amedrentaba su consciencia, pero sabía que tenía que controlarse. No era momento para dejarse guiar por el corazón. El aerodeslizador aún no arrancaba, aun no llegaban algunos. Solo estaba siendo paranoico.

Contracorriente | La Historia de Annie Cresta y Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora