T1C23: Michelada de Tostilocos.

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Ptégonnikh Uchánsk, el papá de Amerkeyev y Tdrathládilayev, ex esposo de Ankara Tvájikh, había visitado al mayor de sus hijos, pero muy accidentalmente, pues él estaba trabajando como intendente en el hospital Uzhnar Kanuzhov. La reacción de Tdrathládilayev es por una razón algo turbia. Antes de que se reformaran las leyes en Nosé con respecto a la protección de la infancia, Ptégonnikh había abandonado a sus dos hijos por un lapso indeterminado, esto por una supuesta infidelidad por parte de Ankara, pero que nunca se comprobó. Dicho abandono no tuvo consecuencia alguna para Ptégonnikh. Él hizo su vida a parte, y sólo visitaba a sus hijos muy de vez en cuando, hasta que en algún momento de la infancia de los Uchánsk, dejó de hacerlo. Amerkeyev lo reconoció por sus facciones, y es que, a pesar del paso de los años, Ptégonnikh no ha envejecido mucho. Se dieron un tiempo para platicar y al parecer las intenciones del papá son buenas, pero a Tdrathládilayev le pesó mucho su abandono, pues era el más apegado a su padre. Después de unos breves flashbacks de los momentos felices y luego de los amargos, Tdrathládilayev levantó la voz y por primera vez en 30 años, encaró a su padre. Amer y Ankara solo miraban pasmados.

-... Todo este tiempo, ¿alguna vez te preocupaste por saber cómo nos iba? Gracias a mamá nuestra adolescencia fue buena, hicimos grandes cosas ¿Y tú dónde estabas? Se te ocurre aparecerte de nuevo en uno de los peores momentos de mi vida.
-Hijo, yo...
-¡No hay nada con qué justificarte! Mamá nunca se metió con otro hombre. Y si te referías a Juanito Mostachos, el del gimnasio, él era homosexual... Y digo "era", porque murió de SIDA. ¡Como sea! No nos viste crecer, no estuviste con nosotros en los momentos más cruciales, y si Amer ya te contó por lo que estoy pasando, espero mirarte arrepentido o algo por el estilo.
-¡Déjame hablar, Tdrathy!
-Está bien... ¿Qué tienes qué decir?
-Lo que era... Ya fue. Soy una persona distinta. Me dolió dejarlos, pero estaba cegado por esa sensación... ¿A caso nunca te han sido infiel? Pues a pesar de saber ya lo contrario, yo...
-¡Papá! -gritó Amerkeyev.

De inmediato, Tdrathládilayev se fue corriendo, llevándose las manos a la cara.

-¿Qué? ¿Qué dije? -preguntaba Ptégonnikh asustado.
-Creo que debí decirlo antes, Pá. ¿Recuerdas a la esposa de Tdrathládilayev, Shathérynai?
-Nunca la conocí.
-¡No me digas!... Bueno. Él la descubrió siéndole infiel. Papá, tú nunca cachaste a mi mamá en la movida, te dejaste llevar por rumores que no eran ciertos. Éramos muy pequeños para que tomaras en cuenta el hecho de que lo que te tratábamos de decir era verdad... Y Juanito Mostachos era bastante gay como para saber esconderlo bien.
-Es que no se le notaba.
-¡No quieres saber cómo lo supe! Pero eso no es relevante. El hecho aquí es que le diste en su punto más débil.
-¿Debería salir a buscarlo?
-No te ha perdonado por lo de hace 30 años, menos por esto.
-¡Ay, Demonios!
-Dejémoslo, ir. Puede que así se tranquilice. -sugirió Ankara.
-No me enorgullece lo que he hecho. -lamentó Ptégonnikh.
-No te preocupes, ahora lo más importante es buscar a Tdrathládilayev. Si pudiera lo haría, pero aún falta algo de tiempo para que me den el alta.
-Lo sabemos, hijo. Lamento mucho que esto sea así. Pero creo que será mejor que nos quedemos contigo. Estás estable, pero no como para dejarte solo.
-Mamá. Puede que no lo sepas pero... Tdrathy tiene conductas suicidas.
-Oh... Bueno. Me apresuraré. -Ankara caminó rápido hacia la salida.
-¿Irás con ella, padre?
-Temo que si, hijo. Mi turno casi acaba. ¡Ankara! ¡Espérame!
-No se preocupen por mi. Juro estar mejor para después. ¡Con cuidado!
-Nos vemos luego, hijo.

Hoy en día, Ankara y Ptégonnikh son unos completos extraños, pero su hijo menor, Tdrathládilayev, es una causa que los vuelve a unir.

Ahora vamos con Abiatti, quien yace absolutamente desesperado. Esto es debido a que volvió a recibir mensajes de Nara.

-¿Qué no ha tenido suficiente? Debí ponerle una orden de restricción.

Nara pretendía hacer las paces con Abiatti. Pasan los días, y por más hombres que conoce, sólo tiene mente para uno, a pesar de la gravedad en qué se dio la situación. Su enamoramiento es mayor, y desea iniciar las cosas desde cero. Su último mensaje explicaba que estaba muy arrepentida de todo lo acontecido. Abiatti sólo decía "Ni crea que me conmueve".

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