T4C22: Matatenas Extremas.

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          Pasaron las semanas. El jeque disfrutó sus vacaciones a lo grande, despilfarrando sin detén y mucho menos cuidado. No había mucho qué hacer y decidió esperar más. Los doctores estaban enojados por la larga espera, pero la salud de Metanov era buena. La persistencia de impago se empezó a notar en la familia de Cemanol, más que nada, pues tanto Bánkziz como Makjéra dejaron de visitar al paciente, dejándoselo todo al enfermero Cruz. Para distraerse, prefirió preguntarle a su hermano sobre cómo les había estado yendo. Gabo le explicó muchas cosas, como su inesperada introducción a las ciencias políticas, cómo habían estado administrando su tiempo ante tantas tareas, y el cómo increíblemente se entendía bastante bien Gabo Jr con sus compañeros de clase. El sobrino de César Kazmo era el centro de atención, y no exactamente por ser hijo del luchador más famoso del momento, sino por sus grandes y diversas cualidades. Tan brillante que no daba lugar a provocaciones ni envidias. El chico arrasó en la clase de música con su técnica vocal y ejecución de instrumentos. Las matemáticas fueron pan comido. En clase de condicionamiento físico, fue de los más veloces, de los que resistieron más. Hubo un partido de fútbol y, como su padre, convirtió tantos tantos que tanto su profesor como sus compañeros, se mostraban tan atontados, tanto, tanto, que uno de sus colegas le preguntó si se metía estupefacientes.

—No, Dean. My dad take me to the forest, the mountain or the lake almost twice a week. How could you think I deal with drugs? It's quite abhorrent!
—Ah... [...] Sorry for bothering you.

En la clase de ciencias, sus participaciones eran constantes. En historia, no todos tenían tan buenos datos como el joven Gabozaki Jr. Era simplemente imbatible. Su padre estaba muy orgulloso de preguntarle, día con día, cómo le fue en la escuela, pues sabía que recibiría una explicación basta y extensiva, con una mirada de gran satisfacción que marcaría un hito en definitivo en su manera de cuidar y educar a su único hijo, y que dejaría atrás el dolor que provocó lo vivido con la inepta Angéllika, quien no tiene más chamba que contar cada una de las insufribles horas que pasa en prisión.

          Así como pasaban las semanas en los yunaites, también lo hacían en Nosé... ¡Ah! Pues sí... Obviamente. [...] Tras 3 semanas de salir juntos, Pyotr Gramyov oficializó su noviazgo con Evaristo Kúranderzk. Había llegado el día de presentarlo con sus padres. Evaristito es un tipo enorme, por lo que sentados en el sofá de la casa de los Gramyov, Vladimir no paraba de mirarlo desde abajo. No podía creer lo alto que era, y también se quedaba pasmado ante el hecho de que, tan sólo uno de los brazos del señor Kúranderzk era el diámetro de las dos piernas juntas del señor Gramyov padre. El pobre ex espía soviético estaba bastante impresionado, si no es que aterrado.

—Mu... Mucho gusto en conocerlo, señor Kúranderzk.
—El gusto es mío, señor Gramyov.
—Puedes llamarme Suegris.
—Eso suena gay.
—¿Y qué es usted, Evaristo?
—¡Una putaza!

Bianka también se miraba asustada, y hasta incómoda. Se llevó a su hijo a la cocina para decirle unas cosas.

—¿Estás realmente seguro de que él es a quien buscas?
—Sí, mamá. Es un ser maravilloso. Hay muchas cosas afines entre nosotros que los temas de conversación no acabarían nunca. Pasó el tiempo y decidí quererlo en mi vida.
—¡Pero es que... ! ¡Es enorme! La primera vez que intenten tener sexo, ese tipo te va a destrozar el bote de choco crispis.
—Descuida, mamá. Al menos de mi parte no ocurrirá. Sigo sin sentirme listo para hacer el quechabocho con alguien. Mientras tanto, lo nuestro es puro romance.
—Bueno, hijo. Cuando lo del quechabocho ocurra, llámame, sirve que te llevo el cojinete que usé cuando me salieron hemorroides... O la silla de ruedas de tu tía Yekaterina.

Evaristo esperó a que los padres de su novio estuvieran juntos en la sala para hablarles de una especie de iniciativa que acordó con Pyotr. Los señores tomaron asiento y los jóvenes expusieron el tema.

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