T3C12: Planes.

1 0 0
                                    

Hablar de malas noticias es un caso difícil para todos nosotros. Comunicarlas es duro, recibirlas lo es más. Los días se iban como un trallazo. Las emociones desgastan o reviven el pensamiento. Las flores marchitas, occisas, nutren el suelo. Un sentimiento que se ha ido, produce lo contrario, en sea cual sea la mente afectada. No se van para nutrir. Se van, y se van para no volver. Esto conlleva, inevitablemente, a una reducción en la empatía, la simpatía, la habilidad para saber qué sentir. La madurez emocional es un tan importante como el ser. Si eres, sientes. Si no sientes, no sabes lo que eres. Pero, si no sabes lo que sientes, no puedes ser. Podríamos admirar la resiliencia de muchos, vivir sus luchas interiores, empatizar con las situaciones de todos. ¿Dónde queda uno? Alguien debe estarte regresando el favor. Si la filantropía es el cese de la entropía altruista que fructifica en el consciente, por lo tanto, una mente asesina, consciente de sus actos, es un caos mental. Una sombra que se inerva como zarcillos, devorando los buenos pensamientos, creando zozobra, alimentando la apatía, siniestrando el pensamiento crítico. ¿Cuántas veces tendríamos que morir para que se den cuenta de lo podridos que estamos? Puede ser un individuo, como puede ser una sociedad completa. Nadie nace sabiéndose sano. Y quien posee el grato privilegio de estar bien, posiblemente no lo sabe, y si lo sabe, está consciente que, real y prácticamente, todo tiene un fin, y es, en este tipo de fin, donde nacen los individuos más mentalmente maduros.

La mañana de ese día, 23 de septiembre, bajo de temperatura, Angéllika y su madre estaban en el hospital nacional Cruz Negra, esperando su turno para entrar a conocer los resultados de sus pruebas de detección de cáncer. El doctor Ktérinai Kazurél se encargó de darle a la luz la interpretación de los resultados.

—No hay indicios, en absoluto, de formaciones tumorales. —reveló Kazurél.

Madre e hija celebraban el suceso. No obstante...

—El estudio de fertilidad concluyó en que usted ya no podrá concebir.
—De seguro es por la edad.
—De hecho, señora Sibirskaya, para llegar a esto no tuvo qué pasar de un día para otro. Calculo que tuvo qué transcurrir un aproximado de ocho años. Me contó que estuvo expuesta al espécimen 34, ¿No es así?
—Sí, doctor.
—¿Desde cuándo?
—Desde el año en que el E-34 fue creado.
—¿2026? ¿Catorce años? ¡Es increíble! Posiblemente sus ovarios dejaron de folicular en cuanto usó los primeros 10 microgramos.
—¿Usted cree eso?
—Es evidente. Pero, imagino que ya no tenía planeado seguir trayendo hijos al mundo.
—Sí, pero ya no.
—¿Cuándo se dio cuenta que ya no podía engendrar?
—Mi esposo y yo lo intentamos durante 10 años.
—¿Nunca le pasó por la mente que su imposibilidad para procrear se debía al E-34.
—De hecho, siempre lo supe, pero... Lo ignoré.
—A ver, ¿Lo sabía o lo ignoraba?
—¡Lo sabía pero lo ignoré! "Ignorar" de "no hacer caso", no "Ignorar" de "no saber".
—Ya entiendo.
—De hecho, doctor. Temo que no menstrúo desde que me embaracé por única vez.

Hera Kyassanur estuvo callada desde que supo que su hija era estéril. Parece olvidar que su hija tiene 66 años y que, por ende, la infertilidad sería natural. Se entiende por lo vieja que es.

Si hicieron cuentas, están en lo correcto. Angéllika fue producto de un embarazo adolescente y nunca conoció a su padre —típico en prácticamente todas las culturas—.

Málbenikh Camotes tenía una reunión familiar con sus hijos. Roger, el mayor de todos, llevó una tambora y, en punto de las 5 de la tarde, empezaron las de Antonio Aguilar. Había una gran parrillada, cada quién con sus familias. Hasta Tipton Grande alcanzó un taquillo de chistorra machacada. La fecha era especial, pues era el cumpleaños 77 del señor Camotes. Estaban todos los hermanos reunidos. Roger, Robbie, Fender, Jimmy Wess, Repano, Robin, Catarino, Edgard, Uber, Hannah y Máxi.

Repano Camotes mantenía una estrecha amistad con Paco Shajarov, por lo que lo invitó a la fiesta.

—¡Paquis! ¿Cómo va todo por allá?
—Nada mal, Repano.
—¿Y tu esposa? Supe que tuvieron problemas recientemente.
—Temo que me voy a divorciar.
—¡Finalmente! Esa señora no te merece.
—Sí, sí. Temo que... Sí, pero...
—¡Pero nada! ¡Disfrutemos la fiesta! ¡Compré dos botellas de Maestro Dobel!
—Ah. Buen tequila. Entonces sí. ¿Quieres que vaya al OXXO por botana?
—Sí. Tráete unos chicharrones secos y en un momento más prepararé salsa mexicana¹.
—¡Uff! Tu salsa mexicana es magnífica. —Paco tomó la botella. —En seguida voy... ¿Shot?
—¡Shot!

ZwölfmexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora