T4C14: ¿Quién Pidió Mariachi?

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          Tarde del 25 de Mayo. Un día bastante soleado pero con mucha ventisca y probabilidad de lluvia, como lo es típico del suelo zwölfmexino. Kganeesha Manai, tras saberse sin un brazo, decidió buscar cómo conseguirse una prótesis, pues después de intentar en numerosas ocasiones, se dio cuenta de lo difícil que sería continuar con su rutina diaria. Por recomendación de Ktarkii, su nuevo brazo derecho —o más bien, izquierdo—, optó por buscar al doctor Fréinztek. A medio camino, por la zona restaurantera de la colonia Síndrome de Down, la señorita Manai conoció a alguien como ella. Ambos iban a cruzar la avenida homónima, pero Kganeesha se miraba apresurada. El botón del semáforo le quedaba de su lado izquierdo, por lo que le era imposible acceder a él, por lo que tuvo qué pedirle a la persona que yacía a su derecha que si le hacía el favor. Cuando este sujeto presionó el botón, la mujer bharatí confirmó que el amable caballero carecía de manos bien formadas, pero a la vez notó que las prótesis que completaban su accidentada anatomía tenían un diseño muy especial.

—Disculpe, señor. ¿En dónde consiguió sus prótesis?
—Me las fabricó mi buen amigo, el Doctor Ákurai Fréinztek.
—¿Ah, sí? Justo voy hacia con él.
—Yo también, señorita. Recientemente salió de prisión y, pues, quiero verlo. Le avisé que lo visitaría a su nuevo laboratorio.
—Nunca he ido... ¿Podría acompañarlo?
—Claro.

Ambos caminaron, charlando sobre sus vivencias. Está de más decir que el hombre que topó Kgan es el mismo Tipton Tamarov Umukwale, y que al conocerse de reojo, no hubo mucho obstáculo para un pleno entendimiento recíproco. Llegaron a los cruces de la calle Nuevo Progreso y el andador Prusia, luego giraron a la avenida Méredith Tzáinzkat Porfirium, virándose hacía el sur y llegando por la acera derecha a un lugar pequeño y un tanto vacío, pero con lo necesario. Y allí se encontraba el doctor Fréinztek.

—¡Tip! ¡Bienvenido!
—Gracias, doc. Vengo con una posible nueva cliente.
—¡Qué mejor! Pásenle a lo barrido.

Ákurai les comentó a los visitantes sobre su proceso para salir de prisión, y que, de hecho, Angéllika logró conseguirle a un conocido que le podría ayudar a producir en masa sus patentes, en específico, sus prótesis. Aprovechando la ocasión, Kúrztens tomó medidas a Kganeesha y de inmediato se puso a elaborar un plano en su laptop. En cuestión de minutos, terminó un boceto, brillante, moderno, y con florecitas. Kganeesha estaba maravillada.

—Mis prótesis son únicas, pues responden a las señales nerviosas. Así que cuando desees tomar algo, sólo deja que tus sinapsis se sincronicen.

Tras salir del sitio, Kganeesha, muy agradecida, regresó a casa. El doctor le dijo que en aproximadamente una semana podría tener su brazo prostético completamente listo. Sin embargo, a penas se había echado en su sofá para ver la televisión cuando recibió una llamada de su madre.

—Hija... ¿Cómo has estado? Olvidaste marcarme cuando llegaste a casa, tal y como creí que sucedería.
—Mamá... Casi muero de regreso. Hace como 2 días me dieron el alta del hospital. Papá ni siquiera ha preguntado por mi.
—¿Cómo que casi mueres? ¿Qué pasó exactamente?
—El avión fue derribado por un misil errado. Sólo hubo 2 sobrevivientes. Yo y el tipo que iba al lado mío.
—Pero... ¿Estás bien?
—Pues estoy muy triste... Mi vida dio un giro de 360 grados cuando abrí los ojos después de todo el suceso. Me quedé sin uno de mis brazos.
—¡Oh, no! ¿Qué va a decir tu papá?
—Se puede ir directo a la verga. Al menos tú sí me contactaste.
—¡Pudiste haberte muerto y yo sin saber nada!
—Lo sé.
—Tal vez debería de mudarme para contigo.
—No es necesario mamá.
—¿No has pensado ya en casarte?
—Mamá, no estoy para eso. ¿Es en verdad lo único que te interesa de mi?
—Al menos conseguiste novio.
—Empecé a sentirme atraída por alguien, pero es casado y tiene una linda familia. Está lejos de mi alcance.
—¿Y que hay de ese tipo Ktarkii?
—Lo friendzoneé.
¡Ay, hija! Pero si es un buen partido.
—No se lo tomó mal, pero creo que sí se porta diferente desde entonces.

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