Bitácora espacial de Yolland Peausant de Revlon. Son aproximadamente las 8 de la mañana. Llegué a casa del colegio (temprano, pues sólo tenía clase de finanzas con el profe Nicandro) y comencé a sentirme extraña. Como decaída, somnolienta, tiritante y oyendo todo como más grave, como si afinaras las voces de todos en drop B. Al quitarme las zapatillas de charol, noté que mis calcetas negras estaban empolvadas. Eso significa que ya valió madres. Inició la medicación preventiva. Chingas a toda tu madre, Žepherinyo.
Atentamente: Petit Yolland.
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En algún lugar de la capital de la República Parlamentaria de Nosé, un viejo como de 65 años, con un andar apresurado pero con una sonrisa enorme, salía del interior de un banco menor pero reconocido. Caminó unos metros y llegó a su casa. Tan sólo segundos después de haberse sentado en su sofá y encender la televisión, unas personas llamaron a su puerta, pero la tocaban insistentemente, hasta tornarse en auténticos golpes ensordecedores. El hombre no tuvo de otra y los abordó, pero ellos estocaron primero.
—¿Señor Támarikh Hatharñaq? —preguntó Minku, uno de los cobradores.
—¡El mismo! —declaró el señor.
—Bien. Representamos a Korek Mazalpak, su prestamista.
—¡Oh, ya! ¿Qué sucede?
—¿No leyó el aviso de la semana anterior? —preguntó el otro cobrador, Ríggim.
—¿Aviso? ¿De qué aviso me habla?
—Le enviamos un aviso en donde anexamos una copia de una orden de embargo.
—¿Embargo? ¿Pero por qué?
—En 5 años no ha sido capaz de siquiera pagar un sólo seti de su préstamo, se le generaron muchos intereses y... ¡¿Qué cree?! ¡Vaya que estamos seguros de que no podrá pagarlos!
—¡He pagado cada semana sin falta! ¡No lo entiendo!
—¿Tiene los recibos?
—¡Siempre guardo los recibos!Al mostrar los recibos a los cobradores, éstos rápidamente se dieron cuenta de lo que había pasado.
—Señor Hatharñaq...
—¡Dígame!
—¿Sí sabe a qué cuenta ha estado enviando los abonos?
—Obvio, a la del señor Mazalpak. ⅛ de shepsa a la cuenta... ¡Permítame! —el señor Hatharñaq sacó una nota de su bolsillo. —0709122306250581, allí dice.
—¡Híjole! Me temo que hay un número incorrecto por allí.
—¿De verdad?
—Sí. En realidad el número correcto es 0709122306220581. —dijo Minku.
—¡Oh, re-mierda! —bramó Támarikh.
—Le daremos una semana para que contacte al usuario accidentalmente beneficiado, para ver si se apiada en devolverle su dinero.
—¿Una semana? El área metropolitana de Cawerpearlt es muy grande. ¿Cómo lo encontraré?
—¡Consulte los datos del propietario de la cuenta con el mismo número, señor! ¡Tan sencillo que es!
—¡Esperen! ¿De cuánto es la deuda?
—Con todo e intereses, asciende hasta los 2346 shepsas. —al terminar de decir tal cosa, se escuchó un golpe en el suelo. —Nos apiadaremos de usted, así que le otorgaremos una prórroga. ¿Entendido? [...] Se... ¿Señor?El viejo Hatharñaq acariciaba el asfalto con todo su ser, inmóvil, pálido, ya sin signos vitales. Los cobradores se acercaron al señor para ver qué podían intentar pero ya era de más tarde.
—¡Maldita sea! ¡Ni siquiera tiene familia! ¿Qué le diremos a Mazalpak?
—¡Cálmate, Ríggim! ¡Dejó la puerta de su casa emparejada! Cobrémonos con su inmueble. Tenemos el oficio de embargo.
—¡Ah! ¡Es cierto!Ya no más se veía cómo los cobradores de Mazalpak Prestamistas empezaban a acarrear las cosas desde dentro del inmueble y las trepaban a un camión fletero.
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Zwölfmex
Umorismo¿Te gustan los finales non sequitur? A nosotros tampoco. Prepárate para las divertidas, algo extrañas y a veces románticas aventuras de un cuarentón soltero al llegar, con sus primos y su hermana, a la capital de un país hasta ahora desconocido. Pas...