T1C6: La guerrilla innecesaria.

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Fer iba en su auto de regreso a su nueva casa, en el edificio Tarwenüng. Ella estaba muy tranquila, a pesar del tráfico que suele hacerse por la zona de la colonia Coladera. En auto es un viaje corto, del hotel donde estaban Fer y Martín, hacia el Club. Su corazón latía al ritmo de las melodías más melosas. Ese chico Albert realmente le cautivó. No iba a ser raro si soñaba con él. Incluso si se trataba de un sueño húmedo. Entre esos sueños, por cierto, despierta, se distrajo un poco del camino y todas sus acotaciones,  y por poco atropella a un sujeto. Dulyn. Es conocido por ser abiertamente misógino. Fundó una sociedad anti-mujeres, pero no posee ningún simpatizante o miembro, así que, podría decirse que Dulyn es el único misógino que existe en la ciudad, o incluso, en todo Nosé. Al evadir el coche con una milagrosa pirueta, Dulyn gritó a lo lejos "¡Las mujeres no sirven para manejar!", a lo que Fer respondió "¡Chingue usté' a su madre!". El momento hizo que Fer bajara de su nube, y así, llegar con mayor precaución a su nueva morada.

Abiatti, en su habitación, pensando en lo miserable que era su vida, se dispuso a colocar un WC exclusivo para él, más cerca de la entrada del club, cerca de la explanada, con el fin de evitar ir tan lejos al momento de tener qué dejar salir sus desgracias. Entonces, terminó instalando un excusado japonés, un lavamanos y un dispensador de jabón, de esos que se activan con un sensor, un expedidor de aire caliente a presión y una puerta con un sistema de seguridad parecido al de una caja fuerte, la cuál se abre anotando un código. Con ayuda de Gabo y Yeret, la tarea se llevó a cabo en menos de 2 horas.

Al día siguiente, y por otra parte, Angéllika Sibirskaya, esposa de Gabozaki, decidió, esa misma mañana, ir al salón de belleza. Sus mañanas son tranquilas, bebiendo té caliente antes de salir, comprar un té helado de pasada hacia su oficina en un edificio de la colonia Lakopa, al norte de la ciudad, donde se desempeña como directora general de una empresa que fábrica cosméticos ecológicamente amigables, y por último, hacerse un café caliente, no muy cargado de café pero sí de azúcar, con crema irlandesa y, ocasionalmente, crema batida. No le gustan las cosas lujosas, de lo contrario iría todos los días a Starbucks por su cafecito.

A la par de trabajar en tal lugar, en su laboratorio en casa, la señora Sibirskaya estaba desarrollando una crema rejuvenecedora para la cuál está usando una sustancia poderosa pero tóxica en concentraciones altas, llamada "Espécimen 34", otorgada por su gran amigo Fréinztek Kúrztens. Ayuda a desaparecer las arrugas, pero si usas arriba de 10 μg, puedes desarrollar tumores potencialmente cancerígenos o, en casos más extremos e impactantes, provee de invisibilidad a las cosas visibles y visibilidad a las no visibles. Claramente el gobierno prohibiría su invento al estimar tales peligros y curiosas consecuencias, así que lo testea en ella misma, con extremo cuidado y cálculo, razón por la cuál, su rostro es el más bello de todos.

El día de hoy, ella descansa, por lo que fue directo al salón, y qué mejor que ir a la sucursal internacional de Estilistas Fragginson. Un servicio excelente, instalaciones agradables y un ambiente de paz y absoluta armonía. Angéllika iba a lo que iba, a ponerse hermosa... y vaya que salió aún más hermosa de lo que ya era.

Al dejar el sitio, las miradas la acogían como si pasease por la alfombra roja de Hollywood, unas cuantas miradas de impacto, de incredulidad, e incluso (lamento que sea así) también las había de excitación. Toda persona que la miraba parecía sufrir un efecto parecido a lo que ocurría cuando, según la mitología Griega, mirabas a Medusa directo a los ojos, pues su belleza absoluta y perfecta petrificaba, no literalmente, a cualquier ser capaz de ver.

Cuando Angéllika llegó a la explanada de la entrada del edificio Tarwenüng, los halagos por parte de sus amigas no se hicieron esperar, pero, ¿Qué hay de los chicos?

  —¡Cielos! —Dijo Abiatti al mirar de reojo a Angellyka.
  —¿Desde cuándo es tan apendejante mirar a alguien? —Comentó Cemanol— Ya me siento como un simio...
  —Me quiero casar, amigos. —Dijo Gabo con una tenue gota de saliva emanando de su ángulo labial izquierdo.

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