La muerte acecha a quien sea, sin importar nada que haga únicas a las personas. De que llega, llega. Su propósito es meramente regulatorio y controlador. Mueres sometido o sometiendo. Mueres con el control o sin él. Mueres sano o enfermo, joven o viejo, letrado o analfabeta, activo o sedentario, hambriento o goloso, con poder o sin él, feliz o triste, realizado o fracasado. No terminaré si continúo, mi labor actual es evitar lo mejor posible que, la gente que no está preparada para irse, no se vaya, y la que ya tiene qué irse, se vaya bien.
Me presento, soy el doctor y ex-futbolista Méristak Jrzovich Ulawránzk, conocido por mis amigos como Drix —haciendo referencia a la píldora de Osmosis Jones—. Me dedico a la medicina particular, pero si el decano del hospital general Uzhnar Kanuzhov me llama, soy parte de su selecto grupo de médicos. Lo mío, en sí, es la epidemiología, y hoy en día tengo un caso especial qué atender.
—Dr. Jrzovich. Tenemos un caso que nos tiene en vela a todo el personal del hospital, y del equipo de epidemiólogos, usted es el mejor preparado.
—Dígame, decano Tchágannikh.
—Mérarikh Xing Izhitsasov Miréi. Varón de 14 años. Él murió el día de antier, 31 de marzo, con síntomas muy difíciles de tomar en cuenta por su amplia ambigüedad. Le dejo el expediente.
—¿Ya le hicieron cultivos o algo?
—Aún no. Necesitamos el permiso de los padres.
—Podría enfrentarme a una demanda pero al menos habré salvado a la población. ¡Necesito cultivos!
—No hable en primera persona del singular, doctor.
—Tanto les preocupa... ¡Tomaron el caso del niño como una enfermedad no contagiosa! Si sí lo es, ya todos estamos en riesgo. De no ser así, será necesario leer exhaustivamente toda la literatura médica. Si ustedes no quieren hacer su trabajo, no tendré reparo en hacerlo yo, y ni piensen en que tendrán su crédito sin hacer nada.No podía creerlo. El equipo que me otorgó el decano está disuelto, no puedo recurrir a él. Ésta generación de pasantes está muy poco preparada. Su indecisión —de todo el personal, he de decir— nos está llevando a, literalmente, esperar a que esto se descontrole. No dudé en llamar a los padres del fallecido para acceder al cadáver ya enterrado. Tuvimos qué convencerlos con cubrir los gastos de posible daño a la cripta y exentarles de cualquier delito a la salud. Con ayuda de mi colega, María José Izovarov, y mis jóvenes ayudantes de pasantía, Kéram Bánkziz y Chériraj Makjéra, extrajimos el cadáver y lo llevamos a la morgue del hospital. Tomamos muestra de todo. Cultivamos, hicimos frotis, estudiamos la poca sangre que le quedaba en buen estado y exploramos su cavidad abdominal, torácica y endocraneal.
Según el expediente, el paciente llevaba aproximadamente 3 meses de tener una tos seca incontrolable. Tenía escalofríos por las noches y fiebre por las mañanas. Mejoraba cada fin de semana y para el tercer día volvía a caer enfermo. Tenía dolor torácico y a la vez un dolor muy inusual en sus glándulas salivares, como si tuviese sialolitiasis. También tenía una sintomatología paralela muy similar a la de la hepatitis A, pero sin ictericia. Tenía 16900 de leucocitos y 69% de neurtrófilos. Ya en sus últimos momentos, se le veía con síntomas correspondientes al sistema nervioso. Convulsiones, alucinaciones y nistagmos. Fue Exitus a las 7:05 de la tarde debido a una insuficiencia respiratoria fulminante. Necesitábamos los resultados del cultivo ya, pero no puedes obligar a los microorganismos a que formen colonias tan pronto. Bánkziz analizaba el frotis de saliva y rápidamente me buscó.
—¡Drix, ven! ¡Tengo un hallazgo muy extraño aquí!
La lengua del niño, en el momento que la vimos, tenía una pseudomembrana de tono anaranjado. No le dimos importancia, pero ahora, tanto en el frotis de saliva como en el corte histológico lingual avistamos pequeñas entidades trigonométricas, con cilios, trilobadas, reproducción mitósica, anaerobios, extremófilos y sumamente resistentes. Su período de incubación es sumamente corto, de 10 horas a 2 días. De hecho, la textura final del cultivo era de un color anaranjado brillante, con bordes irregulares que ni siquiera seguían la ruta del estriado. Mi compañera Bánkziz sabía un comino al respecto, pero yo ya sabía a qué nos enfrentábamos.
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Zwölfmex
Humor¿Te gustan los finales non sequitur? A nosotros tampoco. Prepárate para las divertidas, algo extrañas y a veces románticas aventuras de un cuarentón soltero al llegar, con sus primos y su hermana, a la capital de un país hasta ahora desconocido. Pas...