Fondo blanco, con lunares de colores, un robot, 4 primos y una melodía inusual, como si de un vídeoclip infantil se tratase. Gabo, Cemanol y Yeret lucían muy alegres, Abiatti en cambio lucía serio. La canción de Jorge¹ era algo incómodo para Abiatti.
Jorge... —cantó Abiatti en tono de Fa.
Jorge... —cantó enseguida Gabo en tono de La, Abiatti se mantenía.
jorge... —cantó ahora Yeret en tono de Si. Abiatti y Gabo Mantenían la nota.
jorge... —cantó Cema en tono de Mi, ahora los cuatro Mantenían su nota.¡JORGE!
Jorge es un muñeco
muy guapo y de cartón
se lava las manitas
con agua y con jabón
se desenreda el pelo
con peine de marfil
y aunque se de estirones
no llora ni hace asíJorge dame la mano
con un fuerte apretón
que quiero ser tu amigo
un amigo robot.Jorge (es un muñeco) (×4)
Después de la extraña chançoneta, todos se fueron, serios, y dejaron sólo a Pourway, quien, en el silencio, se empezaba a lamentarse muchas cosas. La reunión no salió como él esperaba, no ha recibido noticia alguna sobre la auditoría, sus empresas continúan en el desplome y, más importante aún, empieza a sufrir problemas de estreñimiento. Se recostó en el suelo, del lado izquierdo, y las lágrimas circundaban mustias por su rostro. La sumatoria de sensaciones malas hacían merma en su mente y fagaban de su poca cordura.
Jorge, el robot, visitó al Juez Mámilai Kozubt. De su parte lateral derecha, salió recién impresa una hoja que forma parte de un documento que, según palabras de Tsháhirzkat, desestimarían su caso.
—Señor Kozubt. Esas son puras jaladas.
—Ya vimos que sí está re-wey.
—¿Qué procederá?
—Hoy en la audiencia veremos cómo lo aplicamos. Gracias por este extraño indicio.
—Son 33 shepsas.
—¿Me estás cobrando?
—¿Un robot se compraría cosas?
—[...]
—¡Ja-Ja! Me lo chingué.Sabemos que Jorge es un dispositivo inteligente que cuenta con ordenador interno, impresora, horno, se dedica a la contaduría y da clases de cálculo avanzado en la universidad de Cawerpearlt. A pesar de ello, el dr. Fréinztek está extrañándolo cada día que pasa por su precoz independencia. Al robot le importa un pepino, claro está. Mientras su vida (no creo que sea muy apropiado denominarlo de esta manera) sigue, sus creadores tomaron rumbos distintos como pareja a pesar de seguir siendo compañeros de trabajo. Jorge vive actualmente en las instalaciones de OGT, en una pequeña casilla en una columna del edificio principal. Allí mismo recarga su batería y Paco, un intendente quincuagenario, lo prende y apaga cuando es necesario.
Por medio de un correo electrónico, Abiatti fue invitado a una fiesta en un Penthouse, casualmente al lado de la casa de la magistrada Sherkai Amañak. La casa es de Molgdem Kshashanur, reconocido actor local, padre de Molly Kshashanur, una colega del instituto donde estudia Jean Luc Peausant de Revlon. La idea de invitarlo surgió de la mano de Jrammjanna Pushnoyru, otro gran actor que conoce al señor Pourway. Era el momento perfecto para que Yolland estuviera cerca de Pourway.
Ya a las 4PM, Abiatti se dio cita y fue cálidamente recibido por los dos actores mencionados a priori, y, también estaban grandes cantantes locales. Petobras, Pero Báez, Lindsay Gómez y las 5 chicas que conforman la banda de rock pop Las Enríquez.
—Jrammjanna me ha platicado mucho de usted, señor Pourway. —comentó Kshashanur mientras se servía un vinito.
—Bueno, han sido momentos buenos los que pasamos de recién que llegué... —dijo Abiatti, aún serio y un tanto deshilachado.
—¡Anímate, Pourway! —dijo Jrammjanna mientras tomaba una bandeja y ofrecía a Abiatti algo de sushi. Al ser una de las comidas preferidas de Pourway, y para sanar su dolor interno, acaparó dicha bandeja. —¿Cómo te ha ido en el mundo de las finanzas? —preguntó Jrammjanna un tanto risueño.
—¡Bien que sabes!
—Pourway, todos tenemos malas rachas. ¿Recuerdan mi participación en El Apagar de un cerillo?
—¡Es cine! —exclamó Kshashanur con un puro en la mano.
—¡Sí, Jramm! Es toda una joya del cine nacional.
—Pues déjenme presumirles... ¡que nunca vi un puto uti por mi labor en la cinta!
—¿De verdad?
—Sí.
—¡Qué hijos de perra! ¡Ese filme recaudó la histórica cifra de 12000 shepsas! —dijo Abiatti con asombro, y escupiendo un poco de arroz.
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Zwölfmex
Humor¿Te gustan los finales non sequitur? A nosotros tampoco. Prepárate para las divertidas, algo extrañas y a veces románticas aventuras de un cuarentón soltero al llegar, con sus primos y su hermana, a la capital de un país hasta ahora desconocido. Pas...