T4C7: Rus-Abiatti.

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Abiatti, cansado por el gran viaje, arribó finalmente a la gran Federación Rusa, la nevada tarde-noche del 3 de abril, al lado de sus dos guardaespaldas asignados por la ICKS, Shemáqsh Érarim y Mayte Awuñak. Su labor se miraba sumamente profesional, y dichos sujetos vestían un traje negro. Para denotar origen extranjero, con orgullo, portaban su kluvéish de color tinto. Abiatti, por su parte, usaba un shapka ushanka negro y con el escudo nacional mexicano.

-¡Eso es apropiación cultural! -exclamó un transeúnte local.

Los tres sujetos se dirigieron a un hotel, con cuarto reservado, a las afueras de Moscú. No hacía la gran cosa de frío, al menos para Pourway, pero sus acompañantes temblaban como motor de minibús, pues en la ciudad de Cawerpearlt, el clima suele ser templado, más no frío, como lo sería en el norte del país, así que no están acostumbrados.

-Se-se-se... Se-se-se... Se-se-señor Po-po, señor po-Pourway.
-¿Qué?
-¿Podríamos encender la ca-ca... ?
-¿Disculpe?
-¿... La ca-calefacción?
-Ah... Adelante, y por favor, Érarim, ¡completen bien las frases!
-Co-con gusto lo haríamos, je-jefe... ¡Pero hace un frío de la ve-ve-verga!
-Adaptarse, o morir, caballeros. ¿A caso no los adiestraron?
-Es la ICKS, no un ca-campo de concentración, señor.
-Bueno, ya.
-Usted está ahorita, repiola, disfrutando del aire fr-fresco, pero nos han contado co-cómo se pone con el agua fri-fría.
-¿Quién les dijo eso?
-Anaxímenes.
-Sabía que no debía invitarlo a Tobolandia¹.

Esa noche, el espía ruso, de nombre Vitaliv Borisnoy, los invitaría a una cena en un palacio antiquísimo de la zona finolis que queda por el Kremlin. En la radio de la limusina que los recogió sonaba algo de Molotov -pues se sabe que son muy conocidos por esos rumbos- y Abiatti comenzó a cantar.

-¡Le dije "Man, ya estás muy pasado"!
-[...]
-¿No le van a seguir?
-No nos gusta Molotov, señor.
-Agh... ¡Ésta va a ser una semana muy larga!

Al llegar al sitio, un edificio con una infraestructura única, detalles muy estilizados, adornada con cúpulas similares a las de la catedral de San Basilio, fueron recibidos por Mirand Tarsarov, representante de Borisnoy.

-Привет. Абятти Порвеи? -preguntó Tarsarov.
-En la madre, no sé ruso. ¿Ustedes sí? -dijo Abiatti, tratando de recordar lo poco que sabía del idioma.
-Eh, no. -respondió Awuñak.
-Ahora extraño a Pyotr. -dijo Abiatti, recordando la patria de su ex-vocero.
-También sé español, señor. ¿Es usted Pourway sí o no? -dijo Tarsarov, esperando respuestas.
-Oh, sí. Heme aquí.

Pasaron al palacio y se sentaron en una mesa bastante larga, con todo un banquete servido para el deguste de todo aquel que estuviera presente. Abiatti se relamía los labios, pero sus guardaespaldas solamente miraban la enorme pantalla de televisión que adornaba el salón principal. Entonces, se desentendieron de su hombre a cuidar y se largaron a ver el juego de Frontcaptúr.

-Señor Pourway, es un honor conocerle.
-El gusto es mío.
-¿Cómo está la esposa?
-¿De quién?
-¿No era casado?
-Este... No...
-¿OGT?
-¡Oh! Allí nos va bastante bien.
-Sin duda. He oído mucho de sus empresas. Debo reconocer que tiene usted un renombre muy alto. ¿Vino en Jet privado?
-No tengo uno, prefiero los vuelos comerciales.
-¿Seguro que es usted millonario?
-Tengo más dinero que Putin, pero viví en un entorno de humildad.
-¡Pero si Nosé es un país muy empoderado!
-Nací en México, en el oriente de Guadalajara, la zona menospreciada, "De la Calzada para allá". Mucha, sino es que demasiada desigualdad social. Llegué a Nosé a los 38 años. Entonces no tenía en qué caerme muerto. Soy el hombre más rico del planeta pero veo innecesario estar despilfarrando en cosas carísimas que cuentan con una versión más confiable y accesible. El dinero no lo es todo, por eso lo pongo a circular en unas empresas que ayudan a los transportistas, los trabajadores de la educación y a los trabajadores en general. Comutep, Opendej y OGT, respectivamente.
-Maravilloso... Yo pues... Represento a Borisnoy, no es el más rico de Rusia pero su servicio de espionaje es increíble. Heredó muchas tácticas de libros y antiguos maestres de la KGB. Es una lástima que no haya optado por conseguir de sus servicios.
-De cualquier forma, todo quedó resuelto.
-Pero, insisto... Debió contratarlo.

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