T4C19: Abiatti Pourway y el Trasplante de Páncreas

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          Méristak Jrzovich, mejor conocido como Drix, se la pasó la última semana envuelto en billetes, pues finalmente recibió, él y su equipo, una retribución por la creación y producción en masa de la vacuna AntiNaránx, que combate la Prrestrrorrelliosis. También recibió varios premios de varias instituciones de salud del país. Solamente había un pequeño detalle que le estaba quitando un poco su tranquilidad, así que, de nuevo, reunió a ese gran equipo que acabó siendo el epónimo de una cura y prevención que se necesitaban con suma urgencia. De esta manera, Ulnar Chorejte, Árman Terjlúbenzk, Kéram Bánkziz, Chériraj Makjéra y María José Izovarova volvían a verse. Como si de la Liga de los Super conocidos se tratase, Drix les habló a través de una gran pantalla en una base nada secreta, el auditorio del hospital general Uzhnar Kanuzhov.

—¿Ya leyeron los papeles que había dejado sobre la mesa? —preguntó Drix.
—Eh, no. Llegó el conserje y las tiró a la basura. —Respondió Chorejte.
—Les diría que las busquen, pero tenemos el tiempo limitado. —dijo Drix, mirando la hora en su Rolex. —Surgió un caso demasiado extraño la tarde de hoy. ¿Alguien estuvo en el caso del señor Kártam Metanov?
—De nosotros, nadie. —contestó María José.
—Bueno. Él fue operado del páncreas el día 27 de Mayo. Se le tuvo qué retirar el órgano, pues ya estaba con signos de necrosis a razón de una pancreatitis hemorrágica pésimamente tratada. Lo que nos resultó asombroso era que, increíblemente, su cuerpo aún estaba produciendo insulina. Se que ustedes no están maravillados por esto. ¿Por qué? ¿Alguien que lo diga?
—En lo único que puedo pensar es que Metanov nació con Páncreas divisum que es una variación anatómica en las que las dos hojas pancreáticas no se terminaron por fusionar.
—¡Exacto, señor Terjlúbenzk! Bueno, hoy en la mañana ocurrió un detalle relacionado. Empezó a tener la sintomatología clásica de la pancreatitis de nuevo. Fue la única manera en la que los médicos pensaron en páncreas divisum... ¿¡Pero qué creen!?
—¿No había otro páncreas? —optó Terjlúbenzk.
—¡Nada!
—¡Oh, vaya! —dijeron todos, con asombro.
—Este caso es único en su especie. Ustedes son mis mejores hombres y mujeres. Le realicé personalmente tomografías, ductografías y otras cosas. Pasé la noche entera en estudiar su tracto digestivo.
—¿El señor Metanov tiene buena higiene?
—¿Por qué la pregunta, Chériraj?
—La última vez que examiné a alguien me llevé una asquerosa sorpresa.
—El simple hecho de trabajar en un hospital te hace propensa a vivir situaciones asquerosas por dónde sea. Lo que sea que ibas a decir, no me sorprende.
—¿Trabajaremos sólo nosotros? —preguntó Bánkziz.
—No, invité a dos elementos más. Viejos conocidos tanto de María José como de su servidor. El doctor Fenebro y el enfermero César Kazmo. Ellos vendrán al rato. Los enfermeros irán con Metanov y los médicos nos encargaremos del diagnóstico diferencial.

Cemanol, quién caminaba al interior del hospital, comenzaba a sentirse mentalmente fatigado.

—¡Mah! Hospitales. Honestamente no quería volver pero Drix dijo que había una gran paga de por medio. Si viene de su bolsillo, no debe de ser mucho. Si viene del gobierno, pues... ¡Qué mejor!

Cemanol se encontró con Fenebro, en recepción, por lo que ambos llegaron al mismo tiempo a la reunión con el equipo de Drix.

—¡A sus órdenes, jefe! —parodió Cema.
—¿Trabajaremos con este pelele? —señaló Fenebro, poco convencido.
—¡Oh, muchachos! Me alegra recibirlos. ¿Leyeron los informes que les envié?
—¡Obvio! Es un caso interesante. Vi las placas y fue todo un desafío. —dijo Cemanol. —Es mi primer caso inusual de este calibre.
—Bueno. Según la ductografía postquirúrgica, hay un pequeño remanente del páncreas que fue retirado. Por razones desconocidas, trabaja como si fuese la totalidad del páncreas. Les tengo un reto. Haremos el primer transplante de páncreas en Nosé.
—¿No sería más justo hacerlo en una persona diabética? —cuestionó Árman.
—Esto es un experimento. Como yo tendré participación directa con el paciente, contacté a alguien que nos apoye para dirigirnos mejor.
—¡Vaya! ¿Será un prestigioso doctor? —imaginó Cema.
—Pues, sí hablamos de un doctor, pero no un médico, sino, un físico químico. El Doctor Ákurai Fréinztek Kúrztens.
—¡Oh! ¡Yo lo conozco! Es el profesor de ciencias de mi hijo. —Aseveró Cemanol.
—Tranquilos, amigos. Yo le pregunté. —dijo Fenebro con sarcasmo.
—Bueno... Será él. —dijo Drix, evitando la risa. —¿Tienen algunas preguntas?
—¿Exactamente por qué haremos el trasplante? —preguntó Fenebro.
—Queremos ver si, con el remanente de páncreas sano, logramos revertir la diabetes mellitus tipo 2 de un páncreas que no produce insulina.
—Suena complicado y meramente fumado, señor Jrzovich. Lo más probable es que el remanente también se vuelva diabético. —argumentó Cema.
—No lo creo. Tengo una idea que deseo que apoyen. Inyectaré el E-34 en el conducto pancreático. —determinó Drix.

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