T3C19: "Éxodo", según Saezio.

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"Si los versículos de La Santa Biblia no se equivocan, yo estaré siendo un títere más de la creación."

Venancio Monroe, 12 de enero del 2041.

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El ex-artista noséano, hoy sacerdote, Gabón Saezio, preparaba con emoción un modesto salón de clases para albergar a su primer adoctrinado en prácticamente toda su vida. Su esposa Tamara iba a ser la catequista... Sólo había un pequeño inconveniente, y es que no tienen ningún libro que sirva como guía para el alumno. Todo será apuntes a lápiz y papel, puño y letra, manchón de grafito o tinta, chirrido de tiza y mucho por aprender. A lo que tenemos contemplado, gracias a nuestros amigos Jarkarianos, es que Tlibirzkóeye, al menos, aprendió lo que la mayoría de personas, que vivimos rodeadas por la moral judeocristiana, sabemos sobre la fé católica, la biblia y las costumbres de mayor arraigo en el catolicismo. La gente que le teme a Dios va su casa, pero Tlib, al ser un neurótico, le teme a Dios... literalmente. Al ser consciente de que los miedos se vencen confrontando la causa, su inscripción a la catequesis fue más que una orden de su mente para su estabilidad general.

Mientras Saezio acomodaba algunas cosas en un estante, se percató que había una enorme grieta detrás de unos aparadores.

—¡Santos cielos! ¿Hacía cuánto tiempo que procrastiné el reparar este desperfecto?

Lo que había iniciado con un pedacito de muro que se desprendió como una hoja en otoño terminó siendo un problema infraestructural realmente importante, y que ponía en riesgo a los visitantes del templo, los transeúntes, y los asistentes al centro comunitario anexo. Ni un enjarre, ni un resane, ni una fragua, serían suficientes para reparar el defecto mural. Por ende, tras redescubrir el daño en la columna y parte del muro, que queda a metros del atrio y la cúpula, Saezio contactó, vía Facebook, a un experto en daños estructurales, quien se presentaría esa misma tarde.

Por otra parte, Tipton Jr dedicó su día de descanso para visitar a Fréinztek, quien se encontraba en su residencia, cumpliendo su condena. Ambos conversaban y bebían café. Al parecer, no se veían desde hacía 5 meses.

—...Pues, resulta que ni a la tienda puedo salir. Me asignaron un paje o algo que sirve para traer todo lo que necesito.
—¡Caray! ¿Y cómo está tu colega Zelada?
—No me ha llamado, y eso me pone nervioso.
—¿Venderá tus cosas?
—Le dije que lo hiciera, es lo último que me importaría.
—¿Qué sucede entonces?
—Ella me gusta... Demasiado.
—Oh.
—Siento que no le importo y eso me pone sentimental. Hemos trabajado juntos toda nuestra vida.
—Ni cómo hacerle. Oiga... Vengo para lo de mi manita robótica.
—¿Se dañó?
—Creo que le cayó agua. Todavía faltaban dos treintenas para su revisión heptamestral.
—¿No eran waterproof?
—¿Waterproof?
—Sí.
—¿Y a penas me lo dice?
—Pues...
—¡Me he perdido de la playa, las albercas, los balnearios, y hasta de tallarme bien mi seborrienta cabeza por qué nunca mencionaste que fueran a prueba de agua!
—¡Oopsie!
—Maldición. Bueno... ¿Revisará el aparato?
—No tengo mis herramientas aquí en casa. Debes ir con Vanessa.
—¡Pero si me costó mucho trabajo manejar hasta acá!
—Pudiste tomar el transporte público. Hay una estación de tren bala a 2 cuadras.
—¡Ah! No vine a hacer corajes, Kúrztens. —tomó aire. —¿Dónde está Zelada?
—Debe estar en mi laboratorio.
—Bueno, iré para allá.

Mientras Tipton Jr manejaba su viejo Ñókzem O'dhamm del 2026, en dirección hacia el laboratorio de Fréinztek, Alan Tarim caminaba por la calle Etiopía, y al girar hacia la avenida José Francisco Nosé Tarwenüng, se topó con Abiatti. Al principio no lo tomó en cuenta, pero luego luego recordó su charla con Durámztek esa misma mañana, por lo que, rápidamente, regresó a Pourway, lo jaló del brazo y lo sentó en una banca.

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