T4C23: El Novio de Kganeesha II: Desfile de Controversias.

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          Hannah Camotes, regresaba en la tarde de su exhaustivo turno laboral en Oldtown Manufacturing Co. Una gran empresa dedicada a la fabricación de productos metálicos y plásticos de alta calidad. Ella se desempeña como auditora de control de calidad, y pertenece al turno matutino. El resto del día lo utiliza para el cuidado de sus dos pequeñas hijas, Siouxsie y Tanacross. La única mujer de los hermanos Camotes ha estado casada por alrededor de 10 años, habiendo contraído matrimonio con el señor Marek Šimula, quien, por cierto, ahora se encuentra desempleado, esto tras el arresto y posterior encarcelamiento de su patrón, Kolev Makov. Durante muchos años, tanto Hannah como Marek habían mantenido una gran relación recíproca y cariñosa, pero la influencia de los modos de Makov fue tal, que Marek dejó de ser del todo humilde. Infestado por una imperante ambición, tiene ya serias inclinaciones por el poder absoluto, como tiene también bastantes nuevas mañas que jamás se le habían desarrollado hasta los últimos meses. Ese esposo perfecto parecía irse desvaneciendo entre los sinuosos caminos de una ladera neblinosa y húmeda, que va ocultando su figura en la oscuridad, paulatinamente, hasta hacerla imposible de ver. El hombre, de ascendencia checa, sigue siendo tan cariñoso con sus hijas, todo un ejemplo a seguir, pero su relación con la hija del Gran Camotes está evidentemente fragmentada, y es que también hay un detalle bastante lógico que estamos pasando por alto. Pasa que Kganeesha Manai Chandrashekara, la vez que hablaba con su madre sobre esa persona que tanto le generaba atracción, se estaba refiriendo al esposo de Hannah. El haber sobrevivido a una causa perdida los unió más de la cuenta. Han estado saliendo en secreto desde hace dos semanas, y ese día esperaban salir de nuevo, con el restaurante Bogarin como destino. Es un restaurantillo de medio pelo pero con comida deliciosa que abarca mitad de cuadra, en la Av. circuito Támarikh Baluarte Juárez, a escasas manzanas de su entronque con el anillo periférico, casi en el norte de la ciudad. A pesar de su insistencia sobre su hija para que consiguiera una pareja, la mamá de Kgan está absolutamente en contra de que esté saliendo con una persona casada. Como sea, a Kganeesha le viene valiendo, y allí está con un hombre casado ante la ley y padre de dos tiernas chiquillas.

Cuando Ktarkii se enteró que Kganeesha salía con alguien, fue engullido casi de inmediato por los celos. Tanto tiempo haciendo fila y no más llega otro y con ese queda. Me pasó varias veces. En fin, los celos de Ktarkii eran tristemente genuinos. La ira corría por sus venas y arterias mientras su mente luchaba por hacer parecer que no había nada de qué preocuparse. Fue a espiarlos al restaurante, con la locura derramándose sobre su hiel, vertiéndose sobre su sangre y comunicándolo con esos ojos que dificultosamente lograban diferenciar entre lo permitido y lo prohibido. Oculto entre otras mesas, el escocés yacía con el oído atento, esperando obtener información que le funcionase para chantajes emocionales u otra niñada dañina. Sin embargo, fue avistado por uno de los comensales, quien dio aviso inmediato a seguridad y terminaron echando del popular sitio gastronómico. Kganeesha ni siquiera notó algo del revoltoso desenlace, y seguía comiendo como si nada, al lado de su, me parece, primer amor, uno prohibido y altamente cuestionable. Fue entonces que, aplastado por la innegable sensación de derrota, el escocés decidió regresar a su vivienda. Todo estaba sucio y desordenado. Desde que supo que el amor de Kgan no era para él, lejos de entenderlo y dejarlo pasar, desarrolló una obsesión incómoda por la bharatí, dejando al descubierto su cínica renuencia y su falta de empatía ante los casos de acoso que él mismo desaprobaba, tan sólo meses atrás.

          Nara Aquino descansaba en su casa. Su arresto no tuvo procedimiento por la obviedad de la situación, pero sí le dieron una advertencia significativa. Una orden de alejamiento si reincidía.

—Malditos putos. ¿Qué les hace creer que quiero lastimar al hombre de mis sueños? Mi situación es una verdadera mierda. Debería de haber alguien que al menos me entienda.

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