T2C6: Lili

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          Tras ir a terapia durante unos días, Shathérynai decide dejarla. Puede que su salud mental sea importante pero le está costando un ojo de la cara. Después de ausentarse por completo de cada amigui, decidió llamar a Nara. Ésta última estaba en una especie de crisis, pues se sentía sola. Las cosas con Kganeesha mejoraron y ya se llevan bastante bien. Dejó de ser cínica e inclusive trató su trauma por Abiatti. Aún así ella estaba empezando a hacerse la enemiga, y es que últimamente ha estado en contra, de Abiatti, probablemente para verse afectada ante todos, pero a la vez beneficiada a su propio criterio. Si la gente comienza a odiar a Abiatti, en algún momento de baja autoestima, ella podía llegarle directo y ser más calmada, menos condescendiente y aún menos intensa. Al contestar la llamada, Nara sonrió bastante.

—¡Shathy! ¡Qué milagro!
—Nara, necesito ayuda.
—¿Te quedarás en mi cantón de nuevo?
—No, es sobre el dinero. Ya no me alcanza para nada. Me estuve pagando sesiones con una psiquiatra pero mi sueldo es para llorar. Realmente me podrías ayudar, yo lo sé.
—Deseas que te preste, entonces.
—¡No! Deseo que convenzas a Abiatti para que me contrate.
—C... Con... ¿Convencerlo? ¿De qué modo?
—Sólo tú sabes cómo.
—Oh, Shathy... ¿Cómo te digo?
—¿Ya no te gusta?
—¡Me fascina! Pero actualmente estoy dejándolo de lado. Es por mi bien.
—Vaya... Creí que me ayudarías sin dudarlo. ¿Qué pasó?
—Es un plan, luego te explico.
—¡Estoy muy mal, Nara!
—Lo siento, pero realmente no sé de qué manera puedo echarte la mano.
—Como sea. Gracias.

Shathérynai colgó, de inmediato se llevó las manos a la cara. Su situación era más que complicada. Durante años se dedicó a ser camarera de una franquicia que está a punto de desaparecer, por lo que buscar un nuevo empleo es ya una urgencia. Para colmo de males, empezó a recordar lo dulce que era la vida con Tdrathládilayev. Aún estaba en su empleo de porquería pero al menos tenía dónde caerse muerta. Su actual hogar es bueno, pero su arrendatario subió la renta, que, aunque no subió mucho, definitivamente condicionó mucho sus posibilidades económicas. Lo peor es que son las casas más baratas que queden cerca de su trabajo, el cuál está sobre la avenida Vitasini, en la Plaza comercial Curi. Se quedó pensante durante un momento antes de empezar a observar la soga de una caja con cosas suyas que aún no destapa ni acomoda por la desidia.

          Mientras tanto, tenemos a Prádylai, quién amaneció con todas las ganas de conversar con su amiga Kyatlina, esto después de que la noche anterior, hayan tenido una de las pláticas más largas y agradables en mucho tiempo, puesto que se dieron cuenta que tienen los mismos gustos tanto musicales como televisivos. Debido a lo temprano que era, la probabilidad de que Kyatlina contestase de buenas era poco, pero el hecho de que se trata de esta persona altamente agradable, podría valer la pena ser despertada de esta manera.

—Hola, Prádylai.
—Extrañé tanto oírte. ¿Cómo estás?
—Sumamente contenta porque me llamaste.
—Vuelve a cantar ese pedazo de la rola de The Marias.
—Oh, Prady, en estos momentos no puedo. Estoy en público y me apeno.
—Vale. Entiendo. ¿Ya desayunaste?
—Eso hago, vine a una menudería con mi mejor amiga Iris. —acercó el teléfono a Iris. —¡Saluda a mi amiga Prádylai, Iris!
—¡Hola, Prádylai! —Saludó Iris.

El rostro de Prádylai cambió súbitamente como el estado de salud de un nonagenario. Incluso uno de sus párpados efectuaba un tenue tic. Ella no sabía que Kyatlina tenía una mejor amiga. Peor aún, ella creía que ese título era de su absoluta posesión. Luego de un pequeño silencio de blanca, 160 bpm y compás de 4/4, Kyatlina le preguntó si aún estaba allí.

—Perdón, me quisieron robar el celular.
—¿Aquí? ¿En Nosé?
Aunque usted no lo crea.
—No lo creo.
—Si nos vemos pronto te explico.
—¿Estás enojada?
—No.
—¿Celosa?
—¡Ah, no!
—¿Entonces?
—Hablamos luego, ¿Sí?
—Es por Iris, ¿Verdad? —susurró Kyatlina inquieta, para no ser oída por su amiga, luego se levantó y dijo que iría por servilletas.
—No, Kya...
—¡Es por mi amiga!
—¡Ah!, ¡Sí! ¿Y?
—¡Ay, Prady! —sonrió y calmó. —ella es totalmente heterosexual. ¡Descuida!
—No va por ahí la cosa.
—So?
—Creí que yo... Era tu mejor amiga.
—Prady, hermosa... Aún no te he platicado sobre mis panas, tampoco te los he presentado. Eres una excelente amiga, dalo por hecho. Lo que sí cambia es que tienes un espacio diferente en mi corazón.
—¿Es pequeño?
—No.
—¿Oscuro?
—No.
—¿Tiene arañitas?
¡Wakis!
—¿Qué es ese espacio?
—El espacio que le pertenece única y exclusivamente a la persona que me gu... Me gu... ¡Ah!

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