T2C10: Mi gran amigo Héllay

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           Al no tener un sitio estable dónde vivir, Hannibal y Fréddem, hastiados por las constantes mudanzas, decidieron mudarse al Club Tarwenüng, una vez sabiendo que, a parte de servicio de Hotel, Motel y hasta Airbnb, servía para compra y renta de departamentos. Fréddem pondría dinero de su beca estudiantil y Hannibal el resto, que en sí es mayoría. Debían estar bien descansados, pues en 12 horas tendrían valoración médica para una importante cirugía que acordaron ambos, tras mucho pensar. Hannibal gana suficiente dinero para costear tanto una operación quirúrgica como un sitio decente y permanente para vivir, por lo que el apoyo de Fréddem es, más o menos, como intentar vaciar un vaso con agua en el océano.

Llegaron de nuevo con Siwieannikh, quien los derivó con Carlos Costa, agente de bienes raíces, encargado de la renta y venta dentro del edificio, planes de abono y créditos laborales. Su kluvéish era de cuentas plateadas. Dicha prenda ocultaba su cabello, pues su estilo hacía que lo confundieran con Tlibirzkóeye más a menudo de lo que le gustaría. No debe ser agradable ser confundido con un neurótico fácilmente irritable.

—¡Pasen por acá!
—Gracias, señor Costa.
—No hay de qué.
—Aún no empezamos y esto ya me está gustando, Fréddem. —Vociferó Hannibal de manera discreta.
—¡Lo sé! —dijo Fréddem.
—Miren. —Presentó Carlos. —Tenemos todo lo que ustedes buscan aquí en Tarwenüng, incluyendo Internet gratis, servicio de contratistas sin costo, jacuzzauna, balcón para hidroponia, aire acondicionado multipunto, electricidad por medio de páneles solares, 2 baños, 2 recámaras, sala, aspiradoras esquineras automáticas y túbulos de recolección de ropa sucia con destino a las lavanderías más prestigiosas de Nosé. En venta desde tan sólo 20 shepsas al contado o en planes de 1 shepsa semestral por 10 años, anual por 20 años o 2 shepsas bienales, todos ellos sin intereses.

Hannibal y Fréddem se quedaron viendo entre ellos, cómo diciendo "No, ya. Esto debe ser nuestro". Antes de que Carlos pudiese siquiera decir algo, Abiatti se enteró que Hannibal podría mudarse al gran complejo Tarwenüng y lo contactó en menos de 1 minuto.

—¡Carlos! ¿Te das cuenta de quién estará por adquirir una casa aquí?
—Mm... No. ¿Quién?
—La estás atendiendo justo ahora.

Abiatti estaba con el vigilante que tiene un pavo de mascota, mientras hacía un chequeo al correcto funcionamiento de las cámaras de los pasillos. Fue por eso que se dio cuenta.

—¡Ésta señorita está bien sabe cómo!
—¿Buena?
—No. Su actitud, me recuerda a la del estereotipo ese de la chica gótica.
—Ah... Bueno. Al menos no está tan desquiciada.
—¡Ni que fuera tu ex, Nara!
—Carlos, ella también es mi ex.
—¡W'órales! ¿Cómo así?
—Pues, fíjate que...
—¿Te la llegaste a ponchar?
—No, Carlos. Fuimos novios durante la preparatoria, las primeras semanas, luego me puso el cuerno.
—Ya caigo. Sigues ardido por eso.
—¿Qué? ¡No, Carlos! Eso lo superé al poco tiempo. Pero está pasándome algo sumamente inusual.
—¿Te llama la atención?
—No sólo eso. Creo que me gusta de nuevo.
—Pues... ¡Suerte!

Abiatti colgó, mirándose fijamente con el pavo. Ahora hay 2 cosas que aterran al hombre de apellido Pourway: Una, su bolsillo; Dos, su corazón. Pobre inepto.

          Xu Wang y Feng Li asistieron a su primer día de escuela. Debido a su edad, ingresaron directamente al tercer grado de educación secundaria. Para fortuna de ambos, tanto Gabo Jr. como Cema Jr. estaban en su clase. También estaban Héllay, Ámnatiz, Tipton Kuleni y 2 hermanos llamados Nebraska y Saskatchewan, entre muchos otros alumnos, seleccionados minuciosamente respecto a su tipo y velocidad de aprendizaje.

Los hermanos Pourway Zhong platicaban, ya en sus asientos asignados.

—Feng Li, estoy demasiado nervioso.
—¡Ya lo sé! Hace tiempo que no tocamos un libro.
—¡No es por eso! ¿Cómo le haremos con la chamba?
—Seguramente Tsháhirzkat está enterado de eso.

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