—¡Señor Tsháhirzkat!
—¿Alan? —preguntó Tsháhirzkat asustado.
—Sí... ¡Ayúdeme!
—¿Está todo bien?
—Me tropecé con un lápiz y... Creo que me rompí la pierna.
—¡Cómo cree! ¿Dónde estás?
—¡Estás pisándome la mano, cabrón!
—¡Ah, chingá'! ¡Avise Tarim!
—Cuando algo me duele nunca grito pero llevabas un minuto paradote y la mano ya se me estaba poniendo morada.
—Pero es la izquierda, Alan, eres diestro.
—Pero la izquierda es la pajera.
—¡Oh, discúlpeme, señor Tarim! Prometo mirar abajo cada que esté en mi despacho. —expresó Tsháhirzkat con alto arrepentimiento.
—Ya, ya, ya. ¡Ayúdame a ponerme de pie!Alan Tarim vuelve a caerse, justo después de que se escuchara un ¡Crack! proveniente de su pierna.
—¡Ay wey! ¡Sí se me rompió! —Bramó Alan en el suelo de nuevo —¡Agarra mi ambulancia y llámale al teléfono!
—¿Qué?Eli y Joqī observan el interior del estadio Nemesio Hígado desde el balcón de uno de los pisos de amenidades en las parte más alta del edificio Tarwenüng. Se les veía sumamente asombrados.
—¡Wey, imagínate echarte una cascarita en ese imponente recinto!
—,¡Me cago, hermano!Empezaban a recordar con algo de nostalgia cuando su hermano mayor los llevaba a todos los parques que solía haber por su casa cuando eran niños.
—Oh, Eli. Me arrepiento tanto de todo lo malo que hicimos en el pasado con Abiatti.
—Lo sé... Éramos unos animales.
—Sobre todo tú, Eli.
—¡Ya sé! Maldita sea... Quisiera no haber sido tan injusto.
—¿No crees que... Deberíamos disculparnos?
—Hace mucho que nos perdonó, Jocabed.
—Pero... Se distanció de nosotros.
—Ya era un adulto, Joca. Tarde o temprano se iría de casa. Tenía qué hacer su vida. Éramos demasiado egoístas para entenderlo.
—Pero mira... Al menos no fuimos sus principales detractores.
—No, pero sí que le hicimos la adolescencia algo difícil.
—Créeme, había más cosas que sólo nuestra existencia.Miraban hacia el horizonte, esperando el día en que saldrían todos juntos. Mientras tanto, Xu Wang llegaba a casa luego de una jornada laboral muy pesada. Feng Li lo recibió y se sentaron a charlar.
—¡Carajo! Es que no puedo entender porqué a ti sí te dieron descanso.
—Pedí permiso, ¿lo recuerdas?
—No. Oye, ¿tienes idea sobre por qué Tsháhirzkat no se echó sus rondines diarios?
—Temo que no. ¿Se habrá enfermado?
—No creo. Sí lo vi llegar pero nunca lo vi ni en los sets ni en el baño.
—Quién sabe... Mejor cuéntame cómo te fue hoy.
—¡De la reverenda cagada! Regrabamos una escena 27 veces porque Ákotab Ukleyev no dejaba de reírse.
—¡Qué joda!
—Jramjanna tampoco vino.
—¡Está bien papacito ese wey! Lástima que los haya dejado abajo.
—¡Ni siquiera terminamos el episodio, Feng Li!
—¡Uta! ¿Y luego?
—Mañana grabaremos las escenas finales pero quieren que aventajemos por lo menos 7 escenas del próximo episodio.
—¿Todo en 8 horas?
—Sí, mejor diré que me dio chorrillo.
—Tienes razón, Xu Wang. Va a estar bien carbón el día de mañana. También diré que me dio chorrillo.
—¿Y si a Tsháhirzkat lo abducieron los Yugopotamios¹? ¿Será que por eso no fue?
—¡No lo había pensado! Es plausible...
—Habrá qué investigar, mi querida hermana.
—Mejor no faltemos. En cada Break salimos del set. ¡Oye! ¿Y si entramos a su oficina? Nuestra hora de Break es su hora de rondín.
—¡Jalostotitlán, Jalisco!²En el hospital Uzhnar Kanuzhov.
—¿Estará bien, señorit... ? ¿Doctora Cameron?
—...Amm, yes. How do you...?
—¡Hola, señor Tsháhirzkat, soy el doctor Fenebro.El galeno se presentó mientras retiraba a la famosa doctora que décadas atrás trabajó para Gregory House. A pesar de la avanzada edad de la doctora, Tsháhirzkat la reconoció en putiza.
ESTÁS LEYENDO
Zwölfmex
Humor¿Te gustan los finales non sequitur? A nosotros tampoco. Prepárate para las divertidas, algo extrañas y a veces románticas aventuras de un cuarentón soltero al llegar, con sus primos y su hermana, a la capital de un país hasta ahora desconocido. Pas...