T4C15: Juegos, Citas, y una Boda.

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          Amanecía, ese nuevo día, 26 de Mayo de 2041. Muchos aún estaban ebrios por la fiesta de Yeret. Los que no, pues ya tenían resaca, y algunos fueron a la menudería de con Doña Svetlana para bajar avión. Entre los asistentes al pequeño restaurante, estaba Roger Camotes.

—¿Qué le sirvo, m'hijito? —preguntó Svetlana Karmarova, mientras volteaba unas pellizcadas.
—Deme un menudo grande, 2 tostadas de pata, tres quesadillas con deshebrada encima, 2 flautas de pollo, un champurrado de a litro y un refresco grande de dieta.
—¿Es que quiere adelgazar?
—No sea fresa, doña Svetlana.

Quienes estaban bien, se fueron a sus casas a descansar y esperar la siguiente festividad. No faltó el loco que la siguió en su casa y está esperando la boda para ponerse hasta el occipucio. Por supuesto que algunas personas se irían temprano a darle duro a la chamba, y era el caso de los Pourway. Por ejemplo, Cemanol se encargaba de los preparativos de la fiesta de la boda de su hija, ayudado por su prima, Yeret. Abiatti, quién también se encontraba en el lugar, se miraba cabizbajo, pues no había podido comunicarse con Kat. Para la fortuna del greñas verdes, la señorita Cassidy se presentó en el recinto, en donde la familia Pourway haría todo el merequetengue, con el fin de albergar la boda de Naomi Cruz Pocket. Gabo estaba también en el sitio, pero este estaba al teléfono, con Randy Konosuba. La llamada tenía tintes un tanto airados.

—...I know it's so urgent, but I really can't. My niece is getting married.
—Well. I hope you surrender it. It can make you sweat gold.
—I don't need more richness, Randy. I'm there to kick some muscled asses and win as much as I can.
—Ok. Let me tell it to your coach.
—I had already told him about this. He was agreed.
—Well. Don't worry. Enjoy your parties. Don't get surprised if you don't see your name in the next flyer.
—¿Are you serious? It is gonna be fine. Just tell me what did they talk about in the assembly.
—Gonna try. You are kind of occurrent. Have a nice day, Gabo.
—Thanks. Goodbye, Randy.
—See you next week.
—I'll be there. Keep calm.

Gabo se miraba enfadado. Cema lo percibió y se moría por preguntarle qué sucedía. No obstante, estaba tan ocupado que no tuvo de otra más que seguir en lo que hacía. De cualquier modo, Gabo tenía qué irse, pues a su hijo le encargó que comprara algo de despensa y no tenía llaves. Debía ir a su casa en Tarwenüng a abrirle. Abiatti se quedó con Kat y algo inesperado ocurriría.

—Pensé mucho en lo que me dijiste aquella noche antes de perder algo de contacto. —comentó Kat a Pourway.
—¿Ah, sí? ¿Qué era? Ya lo olvidé.
—Salir contigo. No voy a negar que me encantaría tener una escapada con un hombre tan atento como tú. Sé lo ocupado que estás pero...
—Al chile, nos está estorbando. —dijo Cema.
—Nos haría un gran favor si se va. —completó Yeret.
—Parece que tienes la tarde libre, Abiatti. —dijo Kat mientras miraba las decoraciones del recinto.
—Eh... Sí. ¿De veras no ocupan nada? —preguntó Abiatti a Cema y Yeret.
—¡Sí! ¡Que te largues! —respondió Cema.
—¡Oh, vamos! Debí servirles de algo. Les ayudé a colocar la mampara.
—Te quedó chueca. La tuve qué quitar y volver a poner. Ya hasta me está doliendo la espalda y es temprano para eso.
—Ah, bueno... Ya me voy.

Sin quererlo así, Abiatti consiguió una cita con Katarina Cassidy, la mujer que le atrae. Aún así se veía desanimado, pero ahora por las palabras de su hermana y su primo. Kat intentó consolarlo pero se distrajo viendo un restaurante de corte elegante.

—¿Has desayunado aquí antes?
—No, linda. No suelo entrar a este tipo de lugares. La última ocasión pregunté por tortillas y se me quedaron viendo feo. Prefiero ir a los tacos.
—Entremos. Yo invito.
—¿De verdad? ¡Pero si ese lugar es carísimo! Un vaso de agua de lugares como ese cuesta el salario semanal de un mexicano promedio.
—No es tan caro... Me parece ilógico que se te hagan caras las cosas. Últimamente me he dado cuenta que tienes una mayor preocupación por el dinero.
—Ya estuve en ceros una vez. Son traumas.
—¿Entraremos o no?
—Vale. Pero serán cuentas separadas.
—¿No te gusta que la mujer pague?
—No es eso... Bueno... Un poco, pero no porque seas mujer. Es sólo que, cuando alguien te gusta mucho, quieres comprarle hasta las estrellas. Lo menos que puedo hacer es pagar la micha correspondiente.
—Te entiendo. También me gustas, pero una salida a comer será una gran manera de ver cómo nos entendemos.
—Bien pensado.

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