T3C6: Tragödie Uchánsk

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Fer y Abiatti platicaban, ambas mentes convergían ante la reciprocidad de sus afinidades. Hacía tiempo que no se daban un lapso específico de sus días para siquiera saludarse. Lo que en un principio parecía ser un enorme gusto, empezaba a ponerse un tanto incómodo, y es que, sin quererlo así, volvieron a hacer apología de lo sucedido durante sus cursos en la secundaria, y también del hecho de que, posiblemente, Fer siga sin tener su primer momento de pasión. Tras despedirse, cerrar las puertas, apagar las luces e irse a su cama, Fernanda sentía algo de melancolía. Las cortinas le recordaban el velo de novia que alguna vez usó, pero ella no pensaba en Martín, ni en Albert, ni en nadie más que en el mismo Pourway. Su aliento se volvía un compás de 2/4, negra = 200, presto. "Deja ya de hacerte pendeja", se decía mientras cubría su rostro con una Doss¹. Está cansada de esconder el hecho de que Abiatti es su mejor opción para compartir oxígeno lo que le quede de vida. No sabía qué decir al respecto. Solamente tomó su móvil y, mediante un mensaje de WhatsApp, le hizo saber que ya lo extraña, a pesar de que se acaba de ir. Pourway ya estaba dormido, por lo tarde que era. Estuvieron platicando desde las 4pm hasta las 11pm. Sin duda había mucho qué decirse entre ellos para haber logrado todo ese tiempo.

Día 1

La mañana del día 19 de Agosto de 2040, hacía su aparición. Doblegada ante la imponencia de una ciudad increíble. Sus árboles son el presídium y las construcciones son el ponente. Ésta mañana fue apañada por una lamentable noticia que se escuchó en la familia Uchánsk. Ptéggonikh Uchánsk murió, al parecer, de causas naturales. No había mente para siquiera sentir dolor. Shathérynai sólo tomaba a Amer de la mano, sin saber qué decir. El padre que tanta falta le hizo en su infancia, adolescencia y adultez, se iba muy poco tiempo después de haber regresado a su vida, con todo el amor que tanto necesitó. Ankara, por su parte, no se le veía triste. De hecho su rostro era más afín a la de un alivio serio. A pesar de volver a toparse con el padre de sus hijos, era tener que familiarizarse de nuevo con las malas experiencias del pasado.

Amer se viró, tomó su móvil y trató de contactar a Žepherinyo, pero este no respondía. El pobre estaba roto, de nuevo. Pensó en visitar a Héllay, directamente a casa de Lindsay. Aunque había pasado algo de tiempo desde la última vez, la postura optimista de Amerkeyev lo orilló a que, en menos de una hora, se encuentre haciendo sonar el timbre de la casa donde mora ella, su ex esposa. Shathy, originalmente, no lo acompañaría, puesto que saldría a pasear a Lili. Empero, decidieron irse caminando, los tres, al ritmo de los trinos pero con una cromática apenas brillante.

Al cabo de unos minutos de seguir insistiendo en tocar el timbre sin éxito, Amerkeyev se apagó. Su optimismo se suicidó y sus sentimientos fueron frenados en seco por un enhiesto dique de desesperanza.

Mientras caminaban de regreso, a Shathérynai la frenaron unos dolores tremendos. Por tomarse su abdomen, soltó a Lili, pero la perrita percibía que algo anormal se daba lugar con sus dueños, por lo que no pegó huida. El dolor abdominal superó la tolerancia de la señorita Jazarova, por lo que, al recostarse en el suelo, retorciéndose por la algia inesperada, de un momento a otro dejó de moverse. Amerkeyev sin dudarlo llamó a una ambulancia, mientras socorría a su novia, sin perder el juicio, aún apagado, pero actuando con soltura y seriedad.

Abiatti, preparando una bebida fría, recordaba las palabras de su sobrina Elaine, pero la soledad se daba el placer de hacer mella en su corazón. Pensaba en inmiscuirse en apps y páginas de citas, pero sabía que no es eso lo que realmente podría agradarle de buscar a un ser especial. Siendo realistas, Pourway estaría interesado en cualquiera de sus ex novias. De no ser por la muerte de Nánzii, la edad de Yolland, la locura de Nara, la nueva relación de Arely con un bueno para nada, la distancia de Marysixx, el desinterés de Rebeca, la partida de vuelta a México de Mónnika, la hijueputez de Kenia, y sin mencionar —valga la redundancia— al trío de innombrables, Abiatti sería feliz con cualquiera de ellas.

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