5
Septiembre, 1950.
—¿Se puede saber por qué está tan alegre? —cuestionó Hoseok, entrando a la parroquia con su usual curiosidad.
El padre Jongsu acababa de colgar el teléfono y sonría con amplitud hacia él.
—Tengo buenas noticias —anunció.
El estómago de Hoseok se revolvió. Adoraba las buenas noticias.
—¿Y es? —inquirió, sonriendo casi por inercia.
—Tenemos una cena importante la próxima semana.
—¿En serio? —El sacerdote asintió—. ¿Dónde?
—En la mansión de los Min.
Por alguna razón a sus pulmones se les olvidó respirar y terminó casi ahogándose. Los Min, pensó, tanto tiempo. De alguna forma lo tenía asumido, por más que no le resultase agradable la idea. Una bienvenida de parte de la familia más reconocida del pueblo lo ponía algo inquieto.
La expresión del padre Jongsu cambió por completo.
—¿Ya tuviste problemas con el chiquillo? Llevas aquí como tres días, Hoseok.
«El chiquillo», que manera tan despectiva para referirse a un heredero. No había cruzado palabras con él más allá del «buenos días» que compartieron en su llegada abrupta a su salón de clases. Ni siquiera lo había visto por algún sitio. Señor Min. Hoseok se relamió los labios para cuestionar:
—¿Cuál chiquillo?
El sacerdote bajó la guardia de manera instantánea para retornar la atención al cuadernillo que tenía sobre su escritorio.
—Ninguno —respondió—. Retírate, Hoseok.
Presionando sus labios en una línea, asintió y desvió sus pies hacia su dormitorio.
«Ese chiquillo». El sacerdote continuó repitiendo aquellas palabras durante algunos días y Hoseok, a pesar de que no quería confirmarlo, de alguna forma lo sabía. Hasta que recibió una confirmación.
—Yoongi —dijo el padre Jongsu—. Así se llama. Min Yoongi. El heredero de los Min, bueno, un posible heredero. Lo conociste tu primer día.
—El chico que llegó tarde —mencionó Hoseok con vaga decisión.
—Así es. El mismo.
—¿Hay algún problema con él?
—Oh, no, para nada.
Min Yoongi, repetía.
Un par de días posteriores se dirigió hasta su dormitorio con una idea en mente. Revisó sus posesiones más antiguas, cuyas yacían escondidas en una caja de zapatos deteriorada por el tiempo. Estaba llena de fotografías familiares. Cuando su familia era feliz. De sus hermanos de pequeños. De él cuando era un pequeño. De sus padres. De todo lo que alguna vez vivió antes de llegar al seminario. Es por ello que, a veinticuatro horas de la esperada cena que lo tenía de los nervios, buscó aquella fotografía con determinación. ¿Dónde estás?, cuestionaba Hoseok un tanto desesperado.
Allí.
19 de agosto, 1930.
Aquí estás.
Jung Soo-jin. Su padre.
Min Ye-jun. El padre de Yoongi.
Jung Ho-seok. Con cinco años.
Y Min Yoongi.
Min Yoongi con un par de horas de nacido. El nuevo heredero de la familia Min. Acababa de conocer el mundo. Hoseok era pequeño, apenas recordaba la situación, pero sabía que la fotografía llevaría millones de recuerdos de una sola vez.
Todos malos, por desgracia.
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La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.
Fanfiction✄ : ❝ Cuando una cinta se corta puedes hacerle un nudo. Min Yoongi no conocía mandamientos más allá que los de su propia historia. Jung Hoseok se sabía los diez de memoria. Se pisaban los talones desde el punto de inicio. Con remiendos en el pecho...