37
Agosto, 1951.
Veintiocho de agosto de mil novecientos cincuenta y uno. La celebración por el cumpleaños de Hana Yi y Min Yoongi. El día exacto del cumpleaños de Min Yoongi, para ser específicos. El día del compromiso pactado. El momento de realmente decir «¿ya está? ¿Misión cumplida?».
El viaje fue silencioso. No había más en su cabeza que la búsqueda de fortaleza para pasar desapercibido, en ello también entraba Yoongi. Porque sí, a Hoseok le hubiese encantado decir no te cases. Sé que no lo quieres, no lo hagas. Por favor, no te cases, creo que te quiero. Sin embargo, estaba completamente seguro de que eso no sucedería. Que Yoongi se casaría y terminaría siendo feliz. Sin él. Su amistad, de cierta forma había llegado a su fin, el asunto estaba listo. Los Min ya no lo necesitaban. Yoongi ya no lo necesitaría para nada.
El compromiso sería anunciado en la ceremonia y él debía sonreír. Debía apoyarlo como lo venía haciendo, y bendecir su nueva vida. A esa a la que lo habían arrastrado.
Serás feliz, se lo repetía cada segundo.
Hoseok sonrió de manera amplia al ver a Min Seohyeon acercarse a ambos, luciendo un elegante vestido azul. Junto a ella, su marido.
—¡Padre Jongsu! —exclamó la mujer—. ¡Hoseok! ¡Bienvenidos!
La tensión de saber que Yoongi podía acercarse en cualquier momento no le permitía respirar con normalidad. Odiaba estar dentro de un sitio donde el padre Jongsu y el chico se encontraban respirando el mismo aire, todo se cargaba de odio, angustia y dolor, tanto así que sentía que le dolían los pulmones.
—Yoongi está en la sala junto a los Yi —mencionó Min Yejun hacia él—. Lo llevo con él.
Asintió apenas, mientras notaba la mirada del sacerdote sobre su perfil. La sala principal, que era algo pequeña, fue redecorada al igual que el salón de ceremonias que conoció en el cumpleaños de la madre hacían unos meses atrás. Aquellos meses en que fue feliz entablando una amistad con Yoongi, antes de que todo se volviese confuso. Había más dorados que de costumbre, luces más potentes en la sala, y más suaves en el salón.
Ese ambiente perfecto para bailar, mientras respiraba su aroma y unía sus frentes.
Saludó a un par de personas en su trayecto, y todo fue sonrisas hasta que ambos llegaron al sofá donde Yoongi permanecía junto a Hana Yi, con una copa en la mano y una sonrisa dibujada en el rostro. Lucían como una pareja. Normales. Como debía ser. Notó ese dolor en el estómago al ver sus manos entrelazadas, apoyadas sobre una de las piernas de Yoongi.
—Señor Jung —saludó Hana Yi, levantándose de inmediato—. Buenas noches, bienvenido.
—Buenas noches, señorita Yi. —Asintió—. No he tenido la oportunidad de felicitarla por su cumpleaños.
—Es en dos días —aclaró—. No se preocupe. Hemos elegido el de Yoongi para celebrar.
—Ya veo. —Sonrió a medias. Miró por encima del hombro de la chica, buscando los ojos de Yoongi, cuyos no encontró—. Deséele feliz cumpleaños a Yoongi por mí, ¿sí?
Hana Yi mordió su labio inferior un momento y luego asintió, volviendo a acercarse a Yoongi para tomar su mano y murmurar algo, probablemente lo que le pidió, pues sus miradas se encontraron unos segundos, y fue interrogado.
—¿Ha pasado algo malo entre ustedes? —cuestionó Yejun. Apenas recordó que el hombre se encontraba allí—. Si Yoongi ha hecho algo que lo ha incomodado, puede contármelo.
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La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.
Fanfiction✄ : ❝ Cuando una cinta se corta puedes hacerle un nudo. Min Yoongi no conocía mandamientos más allá que los de su propia historia. Jung Hoseok se sabía los diez de memoria. Se pisaban los talones desde el punto de inicio. Con remiendos en el pecho...